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29 de enero de 2019

Los niños con más músculo en la infancia tienen después una mejor función pulmonar

  • Lo evidencia un estudio que también reporta que los niveles de grasa pueden afectar a la función respiratoria
  • Sus autores insisten en la importancia de que los niños hagan ejercicio físico

Los chicos y chicas con más músculo en la infancia y la adolescencia desarrollan una mejor función pulmonar, según un estudio liderado por científicas del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), que han hecho un seguimiento de casi 7.000 menores del Reino Unido desde que nacieron.

El estudio, que publica la revista American Journal of Respiratory and Critical Care Medicine, también ha determinado que los chicos, pero no las chicas, con más porcentaje de grasa tenían una función pulmonar más baja.

La investigadora del ISGlobal Gabriela Prado ha explicado a Efe que "se trata de la primera vez que un estudio tiene en cuenta el músculo y la grasa por separado y su impacto en la función pulmonar". Además, según Prado, hasta ahora ningún estudio había reportado que los niveles de grasa podían afectar a la función respiratoria.

Si bien es cierto que hay estudios anteriores que habían examinado la asociación entre la masa corporal total y la función pulmonar, sus resultados habían sido contradictorios. "Partíamos de la hipótesis de que esos resultados eran contradictorios porque no distinguían la composición corporal, no tenían en cuenta cuál es la contribución del músculo y de la grasa a esta medida", ha señalado Prado.

En el estudio, las autoras combinaron medidas corporales con otras obtenidas utilizando absorciometría de rayos X de energía dual (DXA) para distinguir entre músculo y grasa. También midieron la función pulmonar en niños y niñas a los 8 y a los 15 años y calcularon el crecimiento que experimentaba durante este periodo.

Lea el artículo completo en: RTVE Ciencia

8 de agosto de 2018

Venta de chizitos, snacks y otros alimentos procesados serán prohibidos en colegios

Se evitará la comercialización de aquellos alimentos con alto contenido de grasas, sodio y sal tras la publicación - prevista para este año - de nueva directiva sanitaria que alista el Minsa. 

El Ejecutivo, a través del Ministerio de Salud, se prepara para publicar los lineamientos de educación saludable que contendrán las especificaciones respecto a los alimentos que se deberán vender en los quioscos y comedores escolares a nivel nacional, en cumplimiento con la Ley de Alimentación Saludable.

Así lo adelantó a Gestion.pe la nutricionista y responsable de este documento del Minsa, Lily Sandoval Cervantes .


"Con el Ministerio de Educación (Minedu) se está terminando de elaborar los lineamientos de educación saludable en instituciones educativas de educación básica , por lo que falta poco para aprobarse y publicarse. Este documento contendrá las recomendaciones para los quioscos y comedores escolares sobre los alimentos que deberán venderse en estos negocios", refirió la especialista. 

En esa línea, detalló que a partir de estos nuevos lineamientos se actualizará el directorio de los "quioscos saludables", iniciativa del Ejecutivo que empezó a gestarse desde el 2015. 

Entre las novedades de esta directiva sanitaria es que se va a contemplar la implementación de los octógonos en los alimentos procesados. Es decir, esta directiva prohibirá que en los quioscos y comedores escolares a nivel nacional se comercialicen alimentos con octógonos: aquellos que sobrepasen los estándares de alto en grasa, grasa saturada, sodio y azúcar

"Los alimentos que superen los nutrientes críticos expuestos en la Ley de Alimentación Saludable, no se van a poder expender en los quioscos ni en los comedores escolares a nivel nacional", advirtió.

Ante ello, precisó que los lineamientos tendrán especificaciones para las acciones de fiscalización así como las sanciones que se impondrán a los negocios que  incumplan con estas medidas. 

Sandoval Cervantes, aclaró que tras la publicación de esta directiva - que será este año - se le otorgará un tiempo prudencial a los quioscos y comedores de los colegios públicos para que puedan adecuarse al nuevo estándar y exigencias como parte de Ley de Alimentación Saludable. 

Fuente:

16 de julio de 2017

¿Cuántas calorías tiene un cuarto de pollo a la brasa? ¿Es mejor comer pecho o pierna?

Este domingo se celebrará el Día del pollo a la brasa. ¿Sabes cuántas calorías aporta? ¿Es mejor comer pierna o pechuga? Aquí resolvemos estas y otras dudas. 



Primero hablemos del pollo en general

Esta carne es muy fácil de digerir. Además, contiene la misma cantidad de proteínas que la carne de res (20%) y, sin contar el pellejo, contiene solo un 3% de grasa. 

Si consumimos el pollo con todo y pellejo, estaremos ingiriendo 15% de grasa, por ello no sorprende que muchos recomienden dejar de lado esta parte de la presa. Sin embargo, la nutricionista Sandra Wages explica que al ser un producto que no se come todos los días, tampoco es un pecado darnos el gusto de vez en cuando, ya que al día podemos consumir una determinada cantidad de grasas (aproximadamente un 30% de las calorías consumidas). Asimismo, la experta señala que, gracias a la técnica que se utiliza para su cocción, “gran parte de la grasa del pellejo se va a perder porque gotea hacia el fuego”. 

Pero, ¿cuántas calorías tien un cuarto de pollo a la brasa?

Citando la información que publica una conocida cadena de pollerías, Wages indica que un cuarto de pollo con ensalada (sin aliño) aporta unas 510 calorías. Sin embargo, si uno lo consume con papas fritas la cantidad será mucho mayor. La nutricionista recomienda acompañarlo entonces con ensaladas o un choclo. 

Un adulto varón, de entre 25 y 65 años, debe consumir unas 3 000 calorías al día. Una mujer, también de entre 25 y 65 años, debe consumir unas 2 200 calorías.

Muy bien, pero... ¡yo quiero bajar de peso!

Aunque le sorprenda a muchos, no son pocos los nutricionistas que incluyen al pollo a la brasa (sin pellejo) en los régimenes alimenticios que diseñan para los pacientes que desean adelgazar. “Hay gente que lo considera comida rápida. Sin embargo, si lo comparas con otras alternativas para engreír a tu paciente es una opción saludable y que puede hacerse light dependiendo de con qué la combines”, indica Wages

Entonces... ¿debo comer pecho o debo comer pierna?

Muchos optan por ingerir pechuga porque consideran que esta es más saludable. Esto es cierto, pero solo en parte. La pierna tiene un poco más de grasa (1,24% más sin pellejo y 9,25% más sin piel), pero contiene más hierro y por ello su carne es de color más oscuro. Esta parte del pollo aporta 1,02 miligramos de este mineral, mientras que la pechuga solo tiene 0,72 miligramos. 

La verdad es que la elección entre una y otra presa ha de estar motivada principalmente por el gusto del comensal.

Entonces: ¡a disfrutar! (evitando comer la piel y evitando también las papas fritas)...

Fuente:

El Comercio (Perú)


4 de septiembre de 2016

¿El ejercicio elimina la grasa abdominal?

No, salvo que se complemente con una dieta equilibrada. Según un nuevo estudio de la Universidad del País Vasco (UPV), la grasa abdominal de los adolescentes está relacionado con el porcentaje de grasa que ingieren en la dieta, independientemente de la cantidad de ejercicio físico que realicen.

Hasta ahora se pensaba que aun teniendo una dieta desequilibrada, si hacías mucho ejercicio físico lo compensabas de alguna manera” explica Idoia Labayen, investigadora principal del estudio publicado en la revista Clinical Nutrition a la agencia de noticias científicas SINC. Sin embargo, como apunta la propia científica, “en este estudio, hemos comprobado que eso no es así”.

Para llegar a esta conclusión los investigadores analizaron la grasa abdominal de 224 adolescentes mediante absorciometría dual de rayos X así como la actividad física y los hábitos dietéticos. Analizando los datos comprobaron que las dietas con mucha grasa, incluso cuando el aporte calórico total no era más alto, incrementaban el riesgo de obesidad.

Así pues, como apunta la propia Labayen, doctora en Biología y profesora titular de Nutrición y Bromatología en la Facultad de Farmacia de la UPV “a pesar de que normalmente la actividad física es un factor de prevención, en este caso en particular, no consigue contrarrestarlo. Estos resultados apuntan al aporte graso de la dieta como un factor clave de riesgo de adiposidad abdominal en los adolescentes e independiente de la actividad física”.

La acumulación de grasa en el abdomen es la más perjudicial para la salud ya que incrementa el riesgo de padecer problemas cardiovasculares, hipertensión arterial, diabetes mellitus, hipercolesterolemia, etcétera.

Tomado de:

Muy Interesante

4 de agosto de 2014

¿Nos tenemos que preocupar por cuánta proteína comemos?



Huevos fritos


¿Está obsesionado con la proteína?

Solían estar confinadas al mundo de los fanáticos del deporte y fisiculturistas pero ahora las dietas altas en proteínas entre quienes no son atletas –como la Paleo, Atkins, Zone y Dukan-, que aconsejan ingerir grandes cantidades de pescado, carne, huevos, nueces y queso para perder peso, son muy populares.


No obstante, algunos científicos indican que el consumo alto de proteínas está vinculado a un incremento de cáncer, diabetes y en general mortalidad en la mediana edad.


Además, si comerlas implica restringir la ingesta de otros alimentos, como las frutas y vegetales ricas en fibra, puede causar otros problemas de salud, desde constipación hasta deficiencia vitamínica.

Entonces, ¿debemos preocuparnos por la cantidad de proteína que comemos?

¿Por qué necesitamos proteína?

La proteína se encuentra en todo el cuerpo, virtualmente en todos los tejidos. Al menos 10.000 proteínas distintas hacen que usted sea lo que es, y la proteína es esencial para el crecimiento y reparación del cuerpo.

La proteína se crea de los aminoácidos, que el cuerpo humano produce ya sea de cero o modificando otros aminoácidos. Los aminoácidos esenciales provienen de la comida y la proteína de los animales provee todos los que necesitamos.

Quienes no comen carne, pescado, huevos o productos lácteos necesitan comer una gran variedad de comidas basadas en plantas que contengan proteínas. La quínoa y la soya son las únicas que contienen todos los aminoácidos necesarios.

¿Cuánta necesitamos?


Cantidades

Una medida aproximada: debe caber en la palma de la mano.

Una medida fácil es que una porción de proteína debe ser más o menos del tamaño de la palma de su mano, según expertos estadounidenses. En Reino Unido se les recomienda a los adultos comer 0,75 gramos de proteína por cada kilo que pesen. Así que si uno pesa 70kg, debe comer 52,5g de proteína al día.

En promedio, los hombres deben ingerir 55g y las mujeres 45g de proteína al día. Eso es unas dos porciones del tamaño de la palma de carne, pescado, tofu, nueces o legumbres.

Pero a la mayoría de la gente le queda fácil comer mucho más. Comer hasta el doble de lo recomendado en general no es considerado peligroso, sin embargo, la nutricionista Helen Crawley le dice a la BBC que "hay certeza de que una dieta muy alta en proteína no tiene beneficios y los individuos que requieren una ingesta alta en energía por cualquier razón deben considerar cómo lograrlo sin incrementar excesivamente la proteína".

¿Qué pasa si uno come demasiada proteína?


Carne asada

Apetitosa pero ¿cuán peligrosa?

Algunos alimentos ricos en proteína son menos sanos que otros debido al contenido adicional de grasa, fibra y sal.

Procesar un exceso de proteína puede exigirle demasiado a los riñones, y el exceso de proteína animal ha sido vinculado con los cálculos renales y, en las personas con una condición preexistente, nefropatía.

Algunos expertos dicen que la ingesta de demasiada proteína puede afectar la salud de los huesos y, según la Asociación Británica Dietética, niveles excesivamente altos de proteína pueden causar efectos secundarios como la náusea.

¿Riesgo de cáncer?

Un estudio de la Universidad de California indicó que había un vínculo entre comer demasiada proteína animal y significativos aumentos en el riesgo de cáncer y muerte entre los menores de 65 años.

Pero el estudio también encontró que mientras que la gente de mediana edad que consume mucha proteína animal tendía a morir más joven de cáncer, diabetes y otras enfermedades, la misma dieta mejoraba la salud de la gente mayor.

Otro estudio indica que comer una dieta rica en proteína reducía el riesgo de morir de cáncer en un 60% incluso entre los menores de 65 años.

Según el Servicio Nacional de Salud británico (NHS), esos resultados contradictorios pueden indicar que una dieta alta en proteína no es un factor en el aumento del riesgo de muerte.

Sin embargo, el NHS advierte que las carnes procesadas contienen sal y preservativos que sí han sido asociados a un mayor riesgo de cáncer de estómago, así que ¡cuidado con el tocino y el chorizo!

¿Necesitamos suplementos proteínicos?


Suplementos

Se puede usar (en el sentido del reloj): tofu sedoso, mantequilla de maní, semillas de chia, girasol o cacao, nueces y avena para subir el nivel de proteína en las bebidas usando ingredientes naturales.

Los polvos de proteína como el aislado de suero y los alimentos promocionados como altos en proteína son ahora comunes.

Las malteadas pueden añadir cantidades sustanciales de proteína extra a la dieta, con algunas ofreciendo hasta 55g por porción.

La proteína le ayuda a los músculos a desarrollarse y a recuperarse después del ejercicio pero algunos estudios dicen que una dieta sana sola puede proveer toda la proteína necesaria para la recuperación muscular.

De hecho, la leche achocolatada es una bebida ideal después del ejercicio, asegura la nutricionista Azmina Govindji, quien señala que el contenido de proteína y carbohidratos del azúcar natural y añadido recargará las reservas de glicógeno del músculo.

Dos estudios de la Universidad de Connecticut mostraron que los atletas que tomaban 450ml de leche achocolatada baja en grasa tras correr durante 45 minutos tenían una reparación proteínica muscular y unos niveles de glicógeno mejores que los que habían tomado una bebida con sólo las mismas calorías en carbohidrato.

¿Entonces, en qué quedamos con la proteína?

Comer demasiada proteína no es necesariamente malo, a menos de que comamos sólo eso, excluyendo los otros grupos de comida o que ingiramos demasiados ácidos grasos saturados.


Carne


Carne: Aunque es una buena fuente de proteína, algunos cortes pueden tener mucha grasa. Y no se olvide de evitar comer porciones demasiado grandes. 


Quínoa


Quínoa: Uno de los únicos alimentos vegetales que contiene todos los aminoácidos que su cuerpo necesita. 


Huevos


Huevos: Puede comerse todos los huevos que quiera pues el colesterol que contienen no hace que suba su colesterol. 


Salmón


Pescado: El pescado graso tiene, como su nombre lo indica, más grasa que el pescado blanco pero también más “grasa buena”. En todo caso, ¡cuidado con las porciones! 

Fuente:

BBC Ciencia

22 de marzo de 2014

¿Cómo surgieron las palomitas de maíz?

Los granos de maíz son sanos, ricos en fibras y antioxidantes.

Hace una década se difundió que las palomitas de maíz para microondas eran como el veneno. Esta afirmación que corrió de boca en boca y por la red surgió a raíz del inicio de la lucha contra la presencia de grasas trans en los alimentos de los neoyorquinos. Y es que este alimento preparado tenía una elevadísima cantidad de esta grasas malas para la salud, hoy prohibidas en algunos países y restringidas en otros.

Las grasas trans, también llamadas en el etiquetado grasas vegetales parcialmente hidrogenadas, no proporcionan ningún beneficio e inciden de forma negativa en todos los factores que influyen en la salud cardiovascular: elevan el colesterol malo (LDL) y disminuyen el bueno (HDL). Contribuyen a la inflamación de las paredes de los vasos sanguíneos, lo que favorece la aterosclerosis.

La mayoría de los snacks contienen este tipo de grasas, sobre todo las palomitas de microondas con mantequilla, las patatas de bolsa con sabores, los rebozados y la bollería industrial. Son aceites semisólidos a temperatura ambiente, baratos, que aguantan calentamientos repetidos, son excelentes potenciadores del sabor, evitan que los alimentos se enrancien y aumentan la untosidad.

Regulación de las grasas trans

En los años 90 del siglo XX aparecieron los primeros estudios que apuntaban los efectos desastrosos de las grasas trans sobre la salud cardiovascular. En la actualidad, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha recomendado eliminar o reducir su uso en la alimentación.

Dinamarca es el país pionero en prohibir estas grasas. En 2004 emitió una ley que limitaba al 2% la cantidad de estas grasas en los alimentos.

Estados Unidos estrenó en 2006 un etiquetado que debía indicar la cantidad de estas grasas en el alimento tras la activa campaña de concienciación iniciada en Nueva York, que fue la primera gran ciudad americana en prohibir el consumo de aceites con trans en los restaurantes.

Canadá exige su identificación sin excepción en el etiquetado. En Europa les siguieron Austria, Suiza e Islandia, que también exigen que las etiquetas de estos productos especifiquen el porcentaje de grasas trans.

España está trabajando en desarrollar una normativa al respecto. Aún no es obligatorio reflejar el porcentaje de grasas trans en el etiquetado. Mientras llega, reducir estas grasas de los productos industriales está entre los puntos a cumplir del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.

Por el momento, el objetivo se ha cumplido en la bollería industrial. Según un reciente estudio de la Universidad de Navarra, que analizó el porcentaje de este tipo de ácidos grasos en productos de bollería en el año 2000 contenía un 6,5% de grasas trans y en 2012 habían disminuido al 0,7%.

El caso de las palomitas de maíz

Otro de los episodios que demonizaron las palomitas de maíz de microondas es la sentencia de un tribunal federal en Colorado en 2012.  Acordó que Wayne Watson, un hombre de 59 años, debía ser indemnizado con una cifra millonaria por el fabricante de palomitas de maíz (Gilster-Mary Lee Corp) y la cadena de supermercados (Kroger Co) por negligencia al no advertir en un etiquetado sobre el peligro de una molécula llamada diacetil.

Se trata un subproducto natural de la fermentación y se le añade a algunos alimentos procesados para darles un sabor artificial de mantequilla. El tribunal aceptó la inhalación de este compuesto como causa de la enfermedad pulmonar que sufría, bronquiolitis obliterante, una afección pulmonar obstructiva que dificulta el flujo del aire a los pulmones y es irreversible.

El detalle que no caló en la ciudadanía para no entrar en pánico es la exposición es que este hombre se comió dos bolsas de palomitas diarias durante más de diez años. Los demás casos de enfermedad producida por el diacetil son trabajadores de fábricas de palomitas que han respirado cantidades industriales del producto.

Las palomitas de maíz en sí mismas son un alimento sano. Son granos completos que aportan fibra y abundantes antioxidantes, como los polifenoles. Sin embargo, las grasas procedentes de la mantequilla o el aceite con el que se fríen, el queso, la sal o el caramelo con las que se aderezan duplican las calorías del producto final. Por eso, la manera más sana de cocinarlas es con aire caliente.

Tienen un sabor y aroma muy especial de manera natural que nada tiene que ver con el artificial de la mantequilla añadido. Lo produce un compuesto químico que se genera en el grano a alta temperatura, la acetilpirrolina, que también tiene el arroz basmati.

El grano explota y se convierte en flor

Los granos de maíz ideales para hacer palomitas de maíz son especialmente ricos en proteínas, pequeños y con la cubierta dura. Este cascarón transmite mejor el calor al interior y aguanta más presión antes de estallar y florecer.

El apreciado calor hace que el corazón de los granos de maíz sufra cambios físicos y químicos. En concreto, la matriz de proteínas y gránulos de almidón del interior se ablandan y la humedad se transforman en vapor. Este vapor hace que aumente la presión. Cuando la temperatura alcanza los 190 grados centígrados, la cubierta revienta porque la presión en el interior del grano es siete veces mayor que la exterior. Luego la mezcla blanda de proteínas y almidón se solidifica con el descenso de temperatura y queda en forma de flor blanca ligera y crujiente.

La alta temperatura se alcanza fácilmente en las bolsas de palomitas preparadas para hacer en el microondas gracias a la fina capa de plástico del envoltorio que acumula el calor. Y se inflan por el gas liberado del interior de los granos.
Los nativos americanos ya dejaban granos de maíz en una vasija sobre las ascuas
Las palomitas de maíz son un invento milenario. Los nativos americanos ya dejaban granos en una vasija sobre las ascuas del fuego hasta que reventaban. Las usaban como abalorios de los collares y como alimento.

La primera máquina de hacer palomitas la creó el estadounidense Charles Cretors en 1885. Usaba aire caliente para elevar la temperatura de los granos de maíz. Hasta entonces se hacían en tostadoras o cazos que cocinaban los granos de manera irregular, muchos se quemaban y otros tantos no explotaban.

Con la máquina de Cretors, los granos se calentaban de manera uniforme. Pocos años después de la invención del primer prototipo, en 1893, presentó la primera máquina portátil para hacer palomita en la Exposición Universal de Chicago.

Gracias a estas máquinas se popularizó el producto y se convirtieron en uno de los pocos caprichos que algunos se daban durante la Gran Depresión. Los carritos se situaban en las puertas de los cines y los consumían tanto los espectadores como los viandantes.

Con el tiempo, la costumbre de comer palomitas mientras se veía una película se afianzó y se extendió a las hogares con la llegada de la televisión allá por los años 50. En 1980, con los microondas ya instaurados en las cocinas, nacieron las palomitas envasadas en bolsa para hacer en este electrodoméstico. Desde entonces forman parte de nuestra tradición culinaria globalizada.

Fuente:

RTVE Ciencia

30 de noviembre de 2013

¿Por qué es tan malo tener "guata" o grasa abdominal?

Tripa, lorza, michelín, barriga cervecera o flotador neumático de repuesto. Independientemente del nombre que le demos, lucir una barriga prominente puede tener consecuencias indeseadas. Según un estudio de la Academia Americana de Neurología, tener obesidad abdominal al cumplir los cuarenta años triplica el riesgo de sufrir demencia a partir de los setenta. A esto se suma que Miriam A. Bredella, experta en radiología del Hospital General de Massachusetts (EE UU), ha demostrado que la llamada “curva de la felicidad” se acompaña de una reducción en la densidad mineral de los huesos y un aumento del riesgo de padecer osteoporosis. Además, la grasa acumulada en torno a la cintura prácticamente duplica el riesgo de padecer asma, de acuerdo con un estudio noruego presentado el año pasado en el Congreso Anual de la Sociedad Respiratoria Europea. Por otro lado, científicos de la Academia Americana de Neurología han demostrado también que, entre los 20 y los 55 años, la obesidad abdominal incrementa el riesgo de sufrir migrañas y jaquecas. Y otro estudio europeo basado en datos de 500.000 pacientes concluía que tener un radio cintura-cadera mayor a 0,85 se asocia a un riesgo hasta un 52% más alto de sufrir cáncer colorrectal.

En resumidas cuentas, todo indica que no hay peor grasa que la que se acumula alrededor de la barriga. Los expertos lo atribuyen a que, normalmente, se trata de grasa visceral acumulada en torno a los órganos del abdomen y que, por lo tanto, resulta mucho más dañina que la que se deposita bajo la piel (grasa subcutánea), por ejemplo en brazos y muslos.

Fuente:

Muy Interesante

5 de septiembre de 2013

La desactivación de una enzima reduce el crecimiento del tumor y las células cancerosas



Tumor de colon cuyo crecimiento está inhibico con enoxacina
   La anulación de una sola enzima paraliza drásticamente la capacidad de las células cancerosas agresivas para difundir y hacer crecer los tumores, lo que ofrece un nuevo objetivo prometedor para el desarrollo de tratamientos contra el cáncer, según un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de California, en Berkeley, en Estados Unidos.

   El documento, que se publica este lunes en 'Proceedings of the National Academy of Sciences', arroja nueva luz sobre la importancia de los lípidos, un grupo de moléculas que incluyen ácidos grasos y colesterol, en el desarrollo del cáncer.

   Los investigadores han sabido durante mucho tiempo que las células cancerosas metabolizan los lípidos de manera diferente que las células normales. Los niveles de lípidos éter, que son más difíciles de romper, son particularmente elevados en los tumores de alto grado de malignidad.

   "Las células cancerosas producen y utilizan una gran cantidad de grasa y lípidos. Para que las células cancerosas se dividan y proliferen a un ritmo acelerado, necesitan lípidos que componen las membranas de la célula", explica el director del estudio, Daniel Nomura, profesor asistente en el Departamento de Ciencias de la Nutrición y Toxicología de la Universidad de California en Berkeley.

   "Los lípidos tienen una variedad de usos de la estructura celular, pero lo que estamos mostrando con nuestro estudio es que los lípidos también pueden enviar señales de crecimiento del cáncer", agrega este investigador, que junto a su equipo probó los efectos de la reducción de los lípidos de éter en células de cáncer de piel humana y los tumores de mama primarios.

   Los investigadores se dirigieron a una enzima, fosfato sintasa alkylglycerone, o AGPS, conocida por ser crítica para la formación de los lípidos de éter. Los expertos confirmaron que la primera expresión AGPS aumentó cuando las células normales se volvieron cancerosas y que la inactivación de AGPS reduce sustancialmente la agresividad de las células cancerosas. "Las células cancerosas son menos capaces de moverse e invadir", resumió Nomura.

   Los científicos también compararon el impacto de la desactivación de la enzima AGPS en ratones que habían sido inyectados con células de cáncer. "Entre los ratones que tenían la enzima AGPS inactivada, los tumores no existían -subrayó Nomura--. En los ratones que no tenían esta enzima desactivada los tumores se desarrollaron rápidamente".

   Los investigadores determinaron que la inhibición de la expresión de AGPS se agotaron los lípidos de éter de las células cancerosas y que AGPS alteró los niveles de otros tipos de lípidos importantes para la capacidad de las células cancerosas de sobrevivir y propagarse, incluyendo prostaglandinas y fosfolípidos acilo.

   "El efecto sobre otros lípidos fue inesperado y desconocido", dijo el autor principal del estudio, Daniel Benjamin, estudiante de doctorado en el Grupo de Investigación de Nomura. "Otros estudios han investigado las vías específicas de señalización de lípidos, pero lo que hace que AGPS destaque como un objetivo de tratamiento es que la enzima parece regular simultáneamente varios aspectos del metabolismo lipídico importante para el crecimiento del tumor y cáncer", concluye

Fuente:

Europa Press Salud

23 de agosto de 2013

¿Desayunar mucho ayuda a perder peso?

Según un estudio publicado a principios de año en la revista Nutrition Journal, las personas comen lo mismo a la hora del almuerzo y cenan la misma cantidad independientemente de si han tomado un desayuno normal o copioso (400 kilocalorías por encima de lo normal). Eso implica que, en el balance final, se consumen muchas más calorías a lo largo del día, desmintiendo la idea popular de que tras un desayuno abundante se reduce la ingesta calórica.

Lo que sí ayuda a perder peso es elegir determinados alimentos para comenzar el día. Daniela Jakubowicz,del Hospital de Clinicas, en Caracas (Venezuela), ha demostrado que en una dieta de pérdida de peso conviene incluir en el desayuno abundantes carbohidratos (pan, cereales...) y proteínas (huevos, carne, atún...).

Por el contrario, saltarse el desayuno reduce la atención, la memoria y la capacidad de aprendizaje en la jornada matutina, además de que sin desayunar tendemos a consumir una dieta menos equilibrada durante el resto del día, con más grasas y azúcares, lo que nos predispone a sufrir obesidad.

Fuente:

Muy Interesante

20 de agosto de 2013

Mantequilla vs. margarina: ¿Cuál es más saludable?

El artículo completo en Gominolas de Petróleo
  • Si consideramos los aspectos relacionados con la salud, a la hora de decidirse entre margarina y mantequilla, es preferible la margarina, y más concretamente, margarina blanda baja en grasa y sin grasas trans. Esto es debido a que tiene menor contenido en grasa, menor proporción de grasas saturadas, mayor proporción de grasas insaturadas, menor contenido en grasas trans (si es que fue elaborada de forma adecuada) y no contiene colesterol. Así lo corroboran diferentes organismos, como la Fundación del Corazón de Estados Unidos, la Clínica Mayo, o la Universidad de Harvard, por poner sólo algunos ejemplos. Aunque no olvides que existen otras opciones más saludables, como el aceite de oliva.


Pirámide nutricional elaborada por la Universidad de Harvard en la que, como puedes ver, se recomienda una mayor frecuencia de consumo de margarina sin grasas trans (trans-free margarine) que de mantequilla (butter). (Fuente).


  • A la hora de comprar, recuerda observar concienzudamente el etiquetado para realizar una buena elección y no olvides que lo importante es el conjunto de los alimentos que componen tu dieta.
  • Finalmente, cabe destacar que quedan aún importantes aspectos que mejorar en el etiquetado de la margarina, como especificar qué grasas y aceites vegetales se utilizan en su elaboración y mostrar el contenido en grasas trans (recuerda que las grasas hidrogenadas no son necesariamente grasas trans).

8 de agosto de 2013

Perú: Primer lugar mundial en puntos de venta de comida chatarra

Por Diego García Sayán


Malas noticias. Gordos mal alimentados, rebosantes grasas saturadas en la comida rápida, gaseosas llenas de azúcar y toneladas de carbohidratos. El Perú tiene una muy lamentable primera posición nada menos que en la proliferación de puntos de venta de comida chatarra.

Como lo revela un informe publicado hace poco en The Economist (27/7/13), ocupa en eso un poco honroso primer lugar. México no se queda atrás: el país con el mayor porcentaje de niños obesos en el continente.

La pobreza latinoamericana de hoy no se destaca tanto por no comer, sino por comer mal. Es donde hay más gente con sobrepeso según un reciente informe de la FAO. Y con ello, una población más vulnerable a la hipertensión, la diabetes y el cáncer, enfermedades que hoy matan más que el hambre. Diversas investigaciones son concluyentes en que la velocidad con la que la comida chatarra ha penetrado en la población latinoamericana tiene en la publicidad un factor crucial. Especialmente la que se dirige a la infancia, en la que tiene un directo y enorme impacto en patrones de consumo y en la subsecuente obesidad.

En una reciente investigación en la Universidad Javeriana de Bogotá —sobre una realidad muy parecida a la del Perú— se identificó que, en el horario infantil, el 96,43% de los mensajes publicitarios eran sobre alimentos procesados. Semejante proporción se verificó en México. Resultado: En los últimos cinco años en Colombia aumentó en 25,9% el sobrepeso y la obesidad infantil. Palabras más, palabras menos, la situación se repite en los demás países.

Frente a este ataque a la salud pública, felizmente algo se viene haciendo. En los países nórdicos desde la década del noventa esta materia se empezó a regular. Los pasos dados en América Latina son más recientes pero, por cierto, relevantes. Incluido el Perú, siete países cuentan ya con importantes regulaciones. En ese contexto, es importante el paso dado por el Perú, el pasado mayo con la ley de Promoción de la Alimentación Saludable, conocida como la “ley de la comida chatarra”. Ciertamente perfectible pero apunta a lo esencial.

Muertes prematuras y discapacidades pueden ser enfrentadas ahora con esta herramienta importante. Que no supone “prohibiciones” a la venta o a la publicidad sino regulaciones orientadas a proteger, esencialmente, a la infancia. Evitando la venta de comida chatarra en los colegios o prohibiendo, eso sí, anuncios “que incentiven el consumo inmoderado de alimentos y bebidas no alcohólicas con grasas trans, alto contenido de azúcar, sodio y grasas saturadas”. La ley también fomenta la actividad física y la implementación en los colegios de comedores o quioscos con alimentos naturales.

Pero junto con algo tan noble siempre hay y habrá quienes por sus propios intereses se oponen a estas regulaciones. En dos países han logrado ciertos “bloqueos” constitucionales y en otro relajar los límites de azúcar y grasas en la reglamentación. En nuestro medio algo así podría intentarse y eso no debería sorprender. 

Lo alucinante es que, siempre listo para intervenir en asuntos políticos y adoptar las posturas más atrabiliarias, hasta el cardenal metió su cuchara. Quejándose de que “a las personas se les imponga que pueden o no consumir” y que eso debería corresponder solo a “los padres de familia”. Curiosa lógica (porque la ley, además, no “impone” qué comer). El Estado sí debe actuar cuando está de por medio un interés público. Lo hace, por ejemplo, para proteger a la infancia de la pornografía, de accidentes de tránsito o de la contaminación ambiental. ¿O le dejamos eso solo a los padres de familia mejor?

El paso dado en el Perú, por eso, es muy importante. Pero, “el diablo está en los detalles”. La clave está ahora en el reglamento a dictarse próximamente. Que, entre otras cosas, debe especificar los parámetros técnicos sobre contenido de azúcar, sodio y grasas saturadas. No debería quedar otra ruta que ceñirse a los estándares internacionales de la Organización Mundial de la Salud. A los que manufacturan y venden estos productos les toca adaptarse a las nuevas circunstancias, como ya lo han hecho con buenos resultados en la mayoría de los países europeos en los últimos 20 años.



Fuente:

La Mula (Perú)

Gestión (Perú)

17 de abril de 2013

Papas fritas: ¿Por qué son tan adictivas?

Algo tienen las patatas fritas para provocar que cuando se abre una bolsa no podamos parar de comer hasta acabarla. Científicos alemanes han estudiado el patrón de actividad que desencadena este alimento en el cerebro y han determinado que la razón de que nos resulten irresistibles no reside solamente en su alto contenido en grasa y carbohidratos, como se creía hasta ahora.

En un estudio publicado en febrero en la revista PLOS ONE, del que se hace eco la agencia SINC, los científicos analizaron la activación del cerebro de ratas alimentadas con patatas fritas y de ratas alimentadas con insípida comida estándar. Y ahora, los mismos investigadores han presentado los resultados de sus últimos estudios, que complementan al anterior, en la 245º Reunión y Exposición Nacional de la Sociedad Americana de Química. “Hemos extendido el estudio a un tercer grupo de ratas alimentado con una mezcla de grasas y carbohidratos en proporciones similares a las de las patatas fritas” explica Tobias Hoch, investigador de la Universidad de Erlangen-Núremberg (Alemania) y autor principal del trabajo.

Los resultados de las resonancias magnéticas mostraron que los animales alimentados con patatas fritas experimentaban una mayor activación de regiones del cerebro relacionadas con el sistema de recompensa, la ingesta de comida, el sueño y las áreas motoras. Además, estas ratas reaccionaron mucho más que las alimentadas con comida estándar o con la mezcla de grasas y carbohidratos, lo cual demuestra que el efecto adictivo de las patatas fritas no puede explicarse solamente por su contenido calórico, como estudios previos sugerían. “En futuras investigaciones intentaremos determinar cuál es el compuesto de las patatas fritas que provoca estas reacciones en el cerebro” adelanta Hoch.

Según Hoch, el hecho de que a algunas personas no les atraigan estas comidas reside en que “posiblemente la intensidad con que se activan los sistemas de recompensa en los individuos varía en función de su gusto”. El investigador está convencido de que si la ciencia consigue desvelar cuál es el componente que activa el circuito de la recompensa del cerebro podrían desarrollarse nutrientes que al añadirse a estos alimentos inhiban su efecto. “Ayudaría a bloquear esta atracción por los snacks y los dulces” asegura Hoch.

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Muy Interesante

10 de abril de 2013

El milagro químico del chocolate con 50% menos de grasa


Chocolate

El método es en base a agar, un agente gelificante, se forman pequeñas esponjas que desplazan la grasa.
Los químicos han encontrado una nueva manera de reducir a la mitad la grasa del chocolate, con líquidos que no cambian su sabor original en nuestro paladar.
El chocolate bajo en grasa es bastante conocido, pero su textura y sabor no necesariamente coinciden con el del chocolate "real".
El método utiliza agar, un popular agente gelificante, para hacer pequeñas "esponjas" que desplazan las grasas.

Investigadores de la Universidad de Warwick, en Reino Unido, dijeron que el agua, el jugo de fruta o incluso el alcohol podría remplazar hasta la mitad de la grasa del chocolate.

Este tipo de química funciona en base a lo que se conoce como una emulsión, es decir, la mezcla a fondo de materiales que no se tienden a mezclar, como agua y aceite.

El chocolate normal obtiene gran parte de su sensación aterciopelada a partir de una emulsión de glóbulos de grasa en suspensión dentro del sólido.

Reemplazarlos es bastante difícil, ya que los posibles sustitutos tienen que permanecer dispersos y pequeños a través del chocolate cuando se calienta y cuando se enfría (solidifica).

Según explica Stephan Bon, uno de los autores del estudio, la textura suave de chocolate está dada por glóbulos más pequeños que 30 millonésimas de un metro de diámetro. Aproximadamente la mitad de la anchura de un cabello humano.

El equipo de la Universidad de Warwick publicó su primer intento de solucionar el problema en 2012, en la revista especializada Journal of Materials Chemistry

Esa formulación produjo esferas de líquido "blindadas", utilizando dos materiales: vapor de sílice, una forma del mismo material del que está hecho de arena, y el quitosano, un compuesto derivado de moluscos y crustáceos.

"No será sano, pero es apasionante"

Bombones de chocolate

En el proceso original se utilizó jugo de frutas, pero también es posible reducir la grasa en base a vodka.

Esta solución requiere que el líquido sea ligeramente ácido, para lo cual el equipo utilizó jugos de frutas.

"Algunas personas -especialmente en Reino Unido- dijeron: pero, ¿podemos hacerlo con alcohol?", le contó Bon a la BBC.

"Hemos estado trabajando muy duro en el laboratorio para lograrlo. Pensamos que podíamos hacer pequeñas gelatinas de vodka en lugar de los sistemas blindados".

El nuevo enfoque es más simple de realizar y más versátil respecto de los sustitutos que se puedan utilizar.

También evita cualquier preocupación de los consumidores por la utilización de vapor de sílice o la incompatibilidad para aquellos que puedan tener problemas con el consumo de mariscos.

"Los que deseen pueden quedarse con el jugo de frutas, pero ahora también se puede hacer una barra de chocolate en base a vodka lo que es emocionante. Obviamente, no muy sano, pero apasionante", dijo Bon.

En un comentario algo más saludable, el científico agregó que el uso del método con otros líquidos podría conducir a reducir considerablemente el contenido de azúcar.
Fuente:
BBC Ciencia

10 de marzo de 2013

Un avión se propulsa con grasa de freir desde Amsterdam hasta Nueva York

La aerolínea holandesa KLM realizará un vuelo semanal en la línea que cubre la ruta Nueva York-Amsterdam propulsado con grasa de freír. La nave ya es conocida en el país como "el vuelo de la patata", debido al origen del biocomubustible mucho menos contaminante. 

El director de KLM, el ministro holandés de Economía y el alcalde de Ámsterdam frente al avión  
El director de KLM, el ministro holandés de Economía y el alcalde de Ámsterdam frente al avión | 


La aerolínea holandesa KLM efectuará un vuelo semanal entre Nueva York y Amsterdam propulsado con biocombustible producido a partir de grasa utilizada para freír, según ha anunciado la compañía.

Cada jueves, un Boeing 777 conectará el aeropuerto John F. Kennedy de la ciudad estadounidense con el de Schiphol utilizando este tipo de biocombustible sostenible, en un vuelo al que la prensa holandesa se refiere ya como el "vuelo de la patata", en alusión al origen del carburante.

El primer vuelo de prueba se llevó a cabo el viernes con dirección a Nueva York, después de numerosos ensayos llevados a cabo por KLM dentro de su programa de biocombustibles.

Además de su programa de biocombustible, KLM está estudiando modos de reducir el consumo de carburante y las emisiones de CO2 en todos sus vuelos en cooperación con investigadores, aeropuertos y autoridades de tráfico aéreo, según explicó la empresa en un comunicado.
 
Fuente:

19 de octubre de 2012

Algunos mitos y leyendas sobre las calorías

 
Es frecuente entre las personas que quieren mejorar su peso, aunque también entre algunos expertos en materia de dietética, dar una importancia absoluta a las calorías. En ocasiones incluso las estrategias utilizadas giran únicamente en torno al aporte energético (o sea, a las calorías) sin otorgar relevancia a la calidad nutricional. Ese es el caso, por ejemplo, de una noticia que saltaba a los titulares hace un tiempo sobre  un profesor universitario que había perdido 12 Kg comiendo exclusivamente pastelitos para demostrar que lo importante son las calorías y no el contenido nutricional.

Obviamente, la termodinámica es indiscutible pero somos muchos los que creemos que puede haber algo más tras este pragmático enfoque. Es por ello que hoy vamos a debatir acerca de un gran mito que, a su vez, ha generado la aparición de muchos otros.

Una caloría es una caloría:

El supuesto de “una caloría es una caloría” surgió hace varias décadas y todavía hoy es tomado por muchos como un dogma. La frase viene a significar que todas las calorías (ya provengan de hidratos de carbono, de proteínas, de grasas o de alcohol) son iguales en referencia a su efecto sobre el peso corporal.

Sin embargo, hay bastantes indicios que nos demuestran que esto no es cierto. Al menos no al cien por cien. Y es que, actualmente podemos afirmar que no todas las calorías son iguales, en parte gracias a estudios como el publicado el pasado verano en el Journal of the American Medical Association (JAMA) y del cual ya os hablamos extensamente aquí. En él se concluía que, por ejemplo, una dieta baja en grasas reducía el metabolismo en mayor medida que una dieta de bajo índice glucémico.

También a este estudio llevado a cabo por la universidad estatal de Pensilvania (Penn State), que encontró que una dieta que incluyera cereales de grano entero en lugar de cereales refinados produce una mayor pérdida de grasa abdominal y reduce un indicador de inflamación como es la proteína C reactiva, en comparación con una dieta idéntica pero que incluye cereales refinados.

Otro estudio, aunque esta vez llevado a cabo sobre monos en la Wake Forest University, de Carolina del Norte, halló que una dieta rica en grasas trans inducía obesidad abdominal y resistencia a la insulina a un grupo de monos alimentados sin un exceso de calorías y en comparación con otro grupo de monos alimentados de igual forma pero con grasas monoinsaturadas en lugar de las trans. Es por ello que concluye que en condiciones de alimentación controlada y a largo plazo, el consumo de ácidos grasas trans es un factor independiente en la ganancia de peso corporal (al menos en monos).

Contar calorías en la pérdida de peso:

Otra de las consecuencias que ha supuesto el dar tan absoluta relevancia a las calorías, es tratar la pérdida de peso como si de unas meras operaciones matemáticas de sumas y restas se tratara. Personalmente he visto mucha gente con su recuento personal del tipo: “Anoche me zampé un helado de 320 kcal, pero ya he contrarrestado porque he estado 28 minutos en la elíptica y me ha marcado que he quemado 400. Casi 100 más. Si llego a hacer 10 minutos más esta noche podría comerme otro helado“.

Imagino que muchos ya sabréis la (in)exactitud que puede llegar a tener un aparato de gimnasio a la hora de contar las calorías utilizadas, especialmente cuando algunos marcan que haciendo un ejercicio idéntico se “queman” las mismas calorías dando igual si pesas 50 ó 110 Kg. Sin embargo, la fiabilidad del etiquetado nutricional también es algo que en muchas ocasiones deja que desear, además de que para poder contar las calorías de muchos alimentos será necesario tener una buena base bromatológica para conocer la energía que aporta cada uno. Aunque lo más significativo, sin duda, es la dificultad que entraña tener en cuenta las cantidades de cada alimento.

Incluso para los propios dietistas-nutricionistas que contamos con una mayor formación que el público general y que además trabajamos diariamente con cantidades, valores energéticos y demás nos es casi imposible contar calorías con relativa exactitud. Realmente se trata de un esfuerzo considerable que sólo sirve para hallar una cifra algo aproximada y, en ocasiones, muy desviada de la real. Es por todo esto por lo que repetimos hasta la saciedad que contar calorías no es productivo.

Aunque, en mi opinión, lo que sí puede ser útil es conocer el valor calórico aproximado de cada grupo de alimentos. Pero no para empezar a sumar y restar, sino para saber cuáles son los que poseen una baja/media/alta densidad energética y así establecer prioridades en su consumo diario.


Imagen cedida por Lara Lombarte @Llombarte

Conclusiones:

A la fin, si se trata de modificar nuestro peso corporal el número de calorías tiene mucho que decir pues la termodinámica es innegable y si pretendemos perder peso debemos “quemar” más calorías de las que “introducimos”. No obstante, existen otros factores como la saciedad, el metabolismo en reposo o el sistema hormonal que pueden verse afectados de muy diversas formas por la composición de la dieta aún aportando las mismas calorías. Estos factores pueden, pues, repercutir directamente en el peso corporal, por lo que dar una importancia absoluta a las calorías no debe ser la principal y única herramienta de una estrategia dietético-nutricional. Sino, como hacía el profesor que comía pastelitos, sólo tendríamos que comer “chuminadas” pero en menor cantidad para conseguir una exitosa pérdida de peso.

Fuente:

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