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6 de marzo de 2018

Niña mexicana de ocho años gana premio de Ciencia Nuclear


Con tan solo ocho años, Xochitl Guadalupe Cruz López es la primera niña en todo méxico que recibe el "Reconocimiento ICN a la Mujer", que otorga el Instituo de Ciencia Nuclear, por demostrar aptitudes sobresalientes para el trabajo de divulgación científica.

Originaria de la zona Altos de Chiapas, al sur de México´, Xochitl actualemnte cursa el tercer grado de primaria en la escuela Joséfa Ortiz de Domínguez.

Desde los cuatrom años mostró su interés por investigar todo lo referente a la ciencia, a pesar de vivir en un zona rural y no contar con los recursos económicos para realizar clases extra curriculares.

Desde hace cuatro años esta pequeña ha participado en el Programa Adopta un Talento (PAUTA) de la UNAM y ha ganado diferentes ferias en las que ha presentado proyectos de alto impacto social.

Entre los proyectos que ha construido esta niña de ocho años se encuentra un calentador solar de agua para su propio domicilio con puertas de cristal, mangueras para la salida de agua que conecta con los botes y una que comunica con el tanque de agua.

Para este primer invento la pequeña fue asistida por su padre, quien declara apoyarla en su futuro como investigadora.

Más adelante el plan de Xóchitl es crear un calentador más grande con paneles solares, para lo cual está en búsqueda de apoyo de universidades o investigadores.




Lea la noticia completa en:

El Universal (México) 

EntrePreneSur

17 de abril de 2017

Los doce botánicos rusos que murieron de hambre para proteger el mayor banco de frutas y semillas del mundo

Durante el sitio de Leningrado ntre 600.000 y 1.200.000 de personas murieron por las balas, el hambre, el frío y la oscuridad en uno de las peores batallas de la segunda guerra mundial. Entre ellos, doce botánicos soviéticos que murieron de hambre mientras defendían toneladas de frutas, raíces y granos: el mayor banco de semillas del mundo.


Si tenemos que buscar otra escena clave para esta historia, tenemos que irnos a finales de verano de 1941. Es mucho menos dramática: Abraham Kameraz y Olga Voskresenskaia cosechan patatas a toda velocidad.

En aquellos días, la Estación Experimental Pavlovsk tenía aproximadamente 6.000 variedades de patatas. Y en cuestión de días, la Guerra estaba a punto de llegar a aquel pequeño pueblo a 45 kilómetros de Leningrado.

Cuando comenzó el sitio de Leningrado, las autoridades soviéticas evacuaron las obras de arte del Hermitage, pero no evacuaron las semillas, raíces y frutas de Pavlovsk. Así que los científicos de la estación recogieron todas los tubérculos, frutos y semillas que pudieron y las almacenaron en un sótano cerca de Leningrado.

El invierno de 1941-42 fue especialmente duro. No solo meteorológicamente hablando, sino que, con todos los accesos a la ciudad cortados, ni la comida, ni el carbón, ni los medicamentos podían llegar a Leningrado. Y las bombas no paraban de caer.

Sin comida, cualquier cosa se convertía en alimento: perros, gatos, ratas o palomas. Según Michael Jones, en enero el canibalismo invadió la ciudad. 1.400 personas fueron arrestadas por este delito y más de 300 fueron ejecutadas.

Lo sabían muy pocas personas, pero en los sótanos de la plaza de San Isaac se guardaban más de 187.000 variedades de frutas y vegetales. Allí, en armarios y cajas hay más de mil tipos de fresas, 900 tipos de grosellas, 600 tipos de manzanas, cientos cerezas, ciruelas, frambuesas y muchas otras frutas y tubérculos.

La estación de Pavlovsk parecía maldita y abocada a su desaparición. Poco más de un año antes, su director y fundador Nicolai Vavilov, uno de los genetistas y botánicos más importantes de la primera mitad del siglo XX, había sido mandado a la cárcel de Saratov. Allí moriría, también de hambre, un par de años después.

¿Su delito? Creer que la genética era cierta. Vavilov era una leyenda, había recorrido medio mundo y había entendido como nadie la importancia de la diversidad y la hibridación para la agricultura. En 1926, el mismo año en que fundó la estación experimental de Pavlovsk, recibió el premio Lenin, el "nobel" de la Unión Soviética.

Pero a finales de los años 30, Lysenko llegó al poder. Lysenko defendía una biología a medio camino entre el lamarkismo y el diamat. Entre 1934 y 1940, la camarilla lysenkoista con el apoyo de Stalin purgó toda la biología soviética. Vavilov era, en aquel momento, presidente de la Academia de Agricultura.

Pero el trabajo que realizó antes de su muerte, es francamente prodigioso. Y allí, protegiendo su trabajo, doce personas se dejaron consumir hasta la muerte. El encargado de las especies de arroz murió de hambre rodeado de sacos de arroz y Kamerz y Voskrensenskaia murieron protegiendo sus patatas.

¿Y pór qué se dejaron morir de hambre?, ¿estaban locos?

Supongo que esa es la pregunta que todos nos hacemos. De hecho, fue la pregunta que Cary Fowler realizó en 1985 mientras visitaba la estación experimental. Y allí mismo, una estudiante de Vavilov ya anciana le explicó que los investigadores comprendían que esas colecciones eran esenciales para restablecer la agricultura después de la guerra.

El sitio de Leningrado se demoró 872 días, pero la guerra fueron seis larguísimos años donde las tierras, las semillas y las prácticas tradicionales quedaron pulverizados. Sin esas semillas, la posguerra hubiera sido terriblemente más dura. Aunque a veces las ecuaciones no nos dejan ver el bosque, ese es el verdadero objetivo de la ciencia. Y para recordarlo, nunca está de más acordarnos de los héroes de Pavlovsk.

Fuente:

Xakata Ciencia

28 de noviembre de 2016

Enfermedades raras: Tricotiodistrofia y el caso de Nadia (España)


Los padres llevan gastados más de dos millones e involucraron a Al Gore en la investigación de la niña.
Convenció a los mejores genetistas del mundo y terminó en Afganistán, bajo las bombas, en una cueva, con la hija en brazos, buscando a un científico para salvar a su hija.
Nadia tiene 11 años y el 36% de sus células envejecidas como las de una mujer de 80 años; si llega al 46% será irreversible y morirá.
Ni nada ni nadie te prepara para que tu hija de 11 años esté atrapada en un cuerpo de 80. Nada para que una niña que debería ir hacia delante y dejarte atrás tome el camino biológico a la inversa. Y entonces tenga cataratas en vez de vista de halcón, y sordera en vez de buen oído, y la palma de las manos rugosas en vez de lisas, y algo que recuerda al alzhéimer en vez de a un bonito álbum de fotos.
Si contáramos sólo lo de Nadia, diríamos que tiene una rarísima enfermedad llamada tricotiodistrofia, que el mal ya ha envejecido el 36% de sus células y que, si no logran el dinero para que sea operada en breve antes de que llegue al 46%, morirá antes de un año.
Si contáramos sólo lo de sus padres, escribiríamos que llevan gastados exactamente 2.136.121 euros buscando un grial, que han envejecido casi tanto como la hija y que Fernando tiene un cáncer terminal que ha renunciado a tratarse. Porque -alega- no puede permitirse un día en la cama sin recaudar dinero para una hija a la que le falta tiempo.
Así que esto va de una clase de mecánica automotriz, tal y como lo leen: de cómo un motor pequeñito, gastado y viejo -con sólo echar a andar Nadia se pone a 150 pulsaciones por minuto- puede mover a un padre y a una madre. Y a una señora de un poblado marginal y lejano. Y a un vecino del pueblo. Y a un padrino. Y a un investigador clave en el Nobel de Medicina 2013. Y a científicos de élite que ni se conocían. Y a la Vicepresidencia de EEUU. Y ojalá que a un lector de periódico.
(...)
El doctor Del Campo, del Hospital Clínic de Barcelona, se lo dijo un día en el comienzo de todo. Con una frase que entró como un bisturí en una barra de mantequilla.
-Nadia no puede vivir mucho tiempo.
-Eso es lo que usted piensa, doctor.
-Te vas a desgastar, Fernando, te vas a gastar todo el dinero que tienes y el que no tienes, te vas a arruinar, vas a caer enfermo... y no vas a ganar. Porque esto es una batalla perdida.
-Ya. ¿Pero qué haría usted en mi caso?
-Exactamente lo mismo.
Esa es la pregunta. ¿Qué haría usted en un caso similar? ¿Hasta dónde estaría dispuesto a llegar? ¿Hasta cuándo aguantaría sin tirar la toalla? Porque en el caso de Fernando la respuesta es hiperbólica.
Por ejemplo, persiguió a uno de los mejores genetistas del mundo hasta que a la tercera aceptó investigar para su hija. Por ejemplo, reclutó a los más brillantes científicos y los juntó en las instalaciones del Centro de Investigación Aeroespacial de Houston para que trabajen para Nadia una hora a la semana. Por ejemplo, se llevó a la niña a Afganistán en mitad de la guerra -bajo las bombas y las balas- para convencer al especialista que le faltaba. Por ejemplo, logró hablar con el vicepresidente Al Gore para pedirle ayuda. Por ejemplo, hace tiempo que se está dejando morir -renunció a la quimioterapia- para dar vida.
Esta es una historia exagerada y hermosa. Porque esta es una historia de un amor desesperado.
-¿Luego bailamos como dos novios? -te pregunta la niña. Y te persigue.
-¿Agarrado o suelto, Nadia?
-Agarrado, agarraaaado.
Mi suegra sonríe y nos mira.(...)
Al pueblecito de Fígols i Alinyà (Lleida) se llega después de una suave danza de curvas. En esta casa donde todas las cosas tienen un cartel para que Nadia reconozca los objetos -la lámpara, la puerta, la televisión, el baño, qué se yo, hasta el techo-, lo que tiene el nombre más extraño es la enfermedad.
Casi cuesta pronunciar la palabra: tricotiodistrofia.
Casi cuesta más deletrearla despacio mientras tiramos unos tiros en la canasta del jardín: 36 casos en el mundo; una única paciente en grado letal en todo el planeta; tu hija.
El artículo completo en:



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