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19 de enero de 2017

El desastre que mató a cien mil personas y creó la sismología moderna

Eran las diez menos cuarto de la mañana del 1 de noviembre de 1755. En ese momento exacto el mundo se resquebrajó. Primero fue un temblor, luego un tsunami, después los incendios, el pánico y la miseria: el primero de noviembre de 1755, el día de todos los santos, el terremoto de Lisboa se llevó 100.000 vidas, estremeció Europa y se convirtió en el primer desastre moderno.





Estos días llenos de terremotos, con la mente en Japón, en Centroamérica, en Chile o en Nepal, viene bien recordar el momento en que entendimos que los desastres naturales no eran sólo cosa de Dios, la naturaleza o el destino, sino fenómenos que podíamos estudiar, prevenir y explicar. El 1 de noviembre de 1755 "nació" la sismología moderna.


"De todas las capitales, esta era la que más se asemejaba a una ciudad de Dios en la Tierra, que parecía el último lugar sobre el que se podía desatar la ira divina” porque “era una ciudad rebosante de devoción”. Así describía Nicholas Shrady, autor de The Last Day, la ciudad de Lisboa. Y debía de ser cierto, sobre todo porque nuestro fuerte nunca ha sido la predicción.

Y crack. El terremoto fue largo, algunas crónicas dicen que duró más de seis minutos, y destrozó la ciudad por las costuras. Hubo grietas que tenía más de cinco metros de ancho. Unos 40 minutos después, un tsunami arrasó el puerto y la ciudad ribereña. Nadie lo esperaba. Rousseau se preguntaba en una carta a Voltaire que “¿Cuánta gente desafortunada pereció en este desastre por haber regresado a sus casas para recuperar unos sus ropas, otros sus papeles y otros su dinero?”.

Pero como Lisboa ha sido siempre una ciudad de escarpadas colinas, en las zonas que se salvaron del agua comenzaron a propagarse los fuegos. Las cárceles se desmontaron y los criminales tomaron una ciudad en la que llovía ceniza y las iglesias se derrumbaban mientras los prostíbulos seguían en pie.

El buen montón de prostíbulos situado en una parte de la ciudad no sufrió daño alguno: “La gente pensaba que era una extraña demostración de la intervención divina”, dice Shrady; “los burdeles resistieron y las iglesias se derrumbaron”. Y por ello, no sólo se derrumbaron las iglesias, con decenas de miles de fieles en su interior, sino también una forma de pensar sobre el dios al que le rezaban en ese preciso instante: “El terremoto de Lisboa fue un acontecimiento decisivo en la historia europea”, afirma igualmente Shrady, “porque fue la primera vez que la gente comenzó a cuestionar las causas y la naturaleza de ese tipo de desastres”, hizo a un lado a Dios y contempló la posibilidad de las causas naturales para los mismos. Una chispa de racionalidad que fue, quizá, lo único positivo de esta catástrofe perfecta.

El artículo completo en Xakata

Más información en Hipertextual 


19 de junio de 2015

¿Por qué ha sido exitosa la legalización de la prostitución en Suecia?

AL ANALIZAR POCO A POCO EL ÉXITO DE ESTA LEY, TERMINAMOS COMPRENDIENDO QUE NO SE TRATA SÓLO DE UN PAPEL IMPLEMENTADO POR EL GOBIERNO
Quizá no existe un métier más antiguo que el de la prostitución o el sexoservicio. Sus usos y costumbres han superado las barreras espaciotemporales de las civilizaciones, a pesar del rencor y temor que este oficio ha llegado a levantar en ciertas poblaciones. Inclusive, podría decirse que su supervivencia se deriva de una rebeldía en contra de la simplicidad patriarcal, la cual alcanzó desgraciadamente sacrificios relacionados con abusos, maltratos violentos y distorsiones en la autopercepción.
Se trata de un circuito unilateral donde las sexoservidoras (y los sexoservidores) existen en función del placer de ese otro, aun si se sacrifica el propio bienestar tanto físico como emocional. Esto, en consecuencia, retroalimenta este paradigma donde el hombre ocupa toda la esfera de la vida pública y las mujeres “rebeldes”, las que se encuentran fuera del hogar, existen sólo para su placer y goce, sin merecer un mínimo de cuidado y atención humanitaria. 
Ante esta problemática en relación con la salud sexual de este grupo social, Suecia tomó en sus manos la opción de legalizar la prostitución en 1999. Se trató de una ley que invirtió la responsabilidad tradicional de las sexoservidoras como las responsables del crimen: mientras que se podía recibir dinero por sexo, el simple pago se convertiría en el crimen mismo; además, en caso de que la mujer o el hombre quisiera retirarse, tendría un seguro y apoyo para reintegrar su vida a otro trabajo. Al principio, algunos países se mofaron de dicho modelo político; no obstante, con el paso del tiempo, este país comenzó a expresar cambios humanitarios (y hasta financieros). 
A 16 años de la legalización de la prostitución, la Swedish Sex Purchase Act demostró tener efectos positivos en la población: los niveles tanto de prostitución como de tráfico de personas disminuyeron significativamente. De hecho, de acuerdo con el Ministerio de Justicia de Suecia, la práctica del sexoservicio se redujo prácticamente a la mitad. Inclusive se temía que con la ley se incrementara una ola de violencia en contra de las trabajadoras sexuales, sin embargo no hubo rastros evidentes de dicho fenómeno. 
Al analizar poco a poco el éxito de esta ley, terminamos comprendiendo que no se trata sólo de un papel implementado por el gobierno. Es verdad que empezó como una propuesta política, sin embargo continuó como un proyecto educativo para sensibilizar tanto a la población como a la misma autoridad en temas de sexualidad y derechos sexuales. Esta ley se convirtió en un modelo de vida en función de la igualdad de genero en términos del deseo y la práctica sexual, donde tanto hombres como mujeres son seres sexuados con necesidades integrales (físicas, fisiológicas, emocionales, psicológicas…); con una necesidad intrínseca de respuesta, de vulnerabilidad y de comprensión; con la necesidad de intimar con otro a través de las relaciones consensuadas, reales, igualitarias. 
En países como México, cuyo paradigma sexual tiene la base culpígena judeocristiana, este modelo parece casi imposible de ejercer. En caso de formalizar una ley encargada de legalizar la prostitución, los niveles del tráfico de personas, el abuso y la negligencia de la fuerza legal continuarían. Debido al enfoque de la educación sexual en el país, donde los principales focos de información sólo son en función de la reproducción y las ITS (Infecciones de Transmisión Sexual), se desconoce realmente el derecho a una vida sexual plena y segura, libre de coerción y maltrato. En consecuencia, la hipotética ley en este país se convertiría sólo en una personalidad aparentemente normal, sin efectuar un ápice de cambios en la igualdad de derechos para las trabajadoras sexuales ni su clientela, donde las primeras se enfocan en la inflamación del narcisismo de los segundos como una demanda latente.
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1 de agosto de 2012

Las clases de prostitutas en la antigua Roma

El mes de abril os relatábamos un día de putas en antigua Roma, hoy vamos a ver las clases de putas que podíamos encontrar.

  • Delicatae: eran las putas de lujo a las que únicamente tenían acceso los más poderosos. Las que ahora se eligen con un catálogo (las llamadas A1).
  • Famosae: mujeres que sin ninguna necesidad, por su posición social,  practicaban sexo por puro placer. El caso más significativo sería Valeria Mesalina, esposa del emperador Claudio. Como sería de libidinosa esta mujer que, aprovechando la ausencia de su esposo, organizó un concurso en palacio con las meretrices de Roma basado en ver quien se podía acostar con más hombres en un solo día. El “colegio” de prostitutas aceptó el reto y envió a Escila, una auténtica profesional que realizó veinticinco coitos antes de rendirse… Mesalina prosiguió durante la noche y, tras declarar que no se sentía aún satisfecha después de haber yacido con setenta hombres, continuó hasta el amanecer. El recuento final fue doscientos…
  • Lupae: las que ejercía el oficio en los lupanares.
  • Noctilucae: las que sólo trabajaban por la noche.
  • Copae: las que trabajan en la Caupona (era una tienda de bebida rápida y comidas frías ya preparadas – generalmente vino, chacinas, quesos o encurtidos – que podías tomar o llevar. No había bancos ni mesas, sino una barra al exterior en la que los clientes por un as podían templarse con una copa de vino y algo que roer).
  • Fornicatrices: los que se lo hacen bajo los arcos de puentes o edificios. El término fornix significa arco de donde proviene fornicar (tener relaciones con una puta).
  • Forariae: ejercían en los caminos rurales próximos a Roma y sus principales clientes eran los viajeros.
  • Bustuariae: cerca de cementerios… con un poco de misterio.
  • Prostibulae: en la calle sin ningún control. Recordemos que según escribió Tácito, historiador romano, las mujeres que querían ser prostitutas estaban obligadas a registrarse ante la oficina del edil. Una vez inscritas (nombre, edad, lugar de nacimiento, y su “nombre de guerra”) se concedía la licencia (licentia Stupri)
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Historias de la Historia

29 de mayo de 2012

Cuando las prostitutas gobernaban la Iglesia Católica


En la historia del papado al período comprendido entre el nombramiento de Sergio III en 904 y la muerte de Juan XII en 964 se le denomina Saeculum Obscurum (la edad oscura) aunque es más conocido como Normas de las putas o Pornocracia tal como recogió en sus Anales Eclesiásticos el cardenal e historiador del siglo XVI Cesare Baronio. Durante este período los Papas estuvieron bajo la influencia de dos prostitutas: Teodora y Mazoria, madre e hija.


Teodora y Mazoria

Tras la muerte de León V, apoyado por la familia Spoleto y por su primo Teofilacto, senador y magister militum de Roma, se elige nuevo Papa a Sergio III en 904. Como recompensa Teofilacto fue nombrado vestararius (el que controlaba las finanzas) y más tarde cónsul, y su esposa senatrix de Roma. Teodora, la esposa de éste, también apoyó al nuevo Papa… pero desde la cama, donde le ayudaba a tomar las decisiones más importantes. Con 15 años, y siguiendo los pasos de la madre, Mazoria también pasó por la cama del Papa con el que llegó a tener un hijo, Juan. Tras la muerte de Sergio III, Teodora nombraría a los tres siguientes: Anastatius III (911-913), Lando (murió después de 6 meses) y a Juan X en 914. Dos años más tarde fallecía Teodora y Mazoria tomaba el relevo.

Además de Juan, Mazoria tuvo otro hijo, Alberico II, con su primer marido Alberico I de los Spoleto. Los discrepancias con Juan X llegaron al poco tiempo y utilizando el poder de su segundo marido, Guy de Toscana, lo encarceló y falleció en extrañas circunstancias mientras estaba en prisión. Igual que hizo su madre eligió a los tres siguientes Papas: León VI (durante siete meses en 928), Esteban VII (928-931) y a Juan XI (931-935) (el hijo que había tenido con Sergio III). Su hijo, otorgándole el poder absoluto, la nombró senatrix Patricia Romanorum. Tras el fallecimiento de su segundo marido, Mazoria intentó seguir ganando poder casándose con Hugo, rey de Italia, pero había un pequeño gran problema… pequeño porque aunque necesitaba anular su matrimonio su hijo era el Papa y gran porque su otro hijo, Alberico II, lideró la oposición a aquella boda. 


Boda de Hugo y Mazoria

Alberico II asumió el título de príncipe y senador de los romanos y gobernó Roma. El día de los esponsales de su madre con el rey Hugo mandó apresarla y la encerró hasta su muerte en 936. El hijo asumió el papel de la madre y continuó eligiendo Papas hasta que en 955 nombró a su propio hijo, y por tanto nieto de Mazoria y bisnieto de Teodora, Juan XII que ocupará el trono de San Pedro hasta 964.

Fuente:

Historias de la Historia
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