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1 de diciembre de 2018

Mujeres y hombres: ¿la igualdad de género permite expresar nuestras diferencias?

Un estudio publicado hoy en la revista Science defiende que cuando hombres y mujeres tienen un acceso igualitario a los recursos, las preferencias de cada género en cuestiones económicas relacionadas con el riesgo, la confianza y el altruismo difieren más. Los autores, que han analizado datos de 80.000 individuos recogidos en 76 países, consideran que el desarrollo económico permite prestar atención a las ambiciones y deseos personales.


Las preferencias personales relacionadas con el riesgo, la paciencia, la confianza y el altruismo no son iguales entre hombres y mujeres. Además, estas diferencias aumentan al mismo tiempo que lo hace el desarrollo económico y la igualdad de género de un país. Es la principal conclusión de un estudio publicado hoy en la revista Science, llevado a cabo por economistas alemanes, a partir de datos tomados de 80.000 individuos de 76 países.

Cuando alguien nos hace un favor, ¿lo devolvemos? Si nos tocaran 100.000 euros ahora mismo, ¿cuánto donaríamos a una buena causa? Si alguien nos trata mal, ¿nos vengaríamos a cualquier coste? Este tipo de cuestiones gobiernan el comportamiento humano, pero hombres y mujeres no contestan lo mismo en todos los países. Para intentar explicar estas diferencias de género, la hipótesis del rol social asegura que la separación se atenúa en lugares más desarrollados e igualitarios,  debido a que los roles de género no serían tan fuertes.

La hipótesis de los recursos asegura lo contrario. Según esta, el desarrollo personal solo alcanza su cénit en países con suficientes medios, donde sus habitantes tienen cubiertas sus necesidades básicas. Por lo tanto, las diferencias en las preferencias que muestran hombres y mujeres serían mayores en estos lugares. El estudio publicado en Science apoya esta segunda explicación.

“Los datos indican que estas diferencias de género en las preferencias personales no son iguales en los distintos países”, explica a Sinc el investigador de la Universidad de California en Berkley (EE UU) y coautor del estudio, Johannes Hermle. Esta variación “sustancial”, asegura, está “altamente asociada” con la variación en los niveles de desarrollo económico y de igualdad de género.

Lea el artículo completo en: Agencia SINC 
 

17 de julio de 2018

¿Es cierto que las mujeres hablan más que los hombres?

Los expertos no se ponen de acuerdo en este asunto, aunque la impresión general es que sí, pero no por tanta diferencia como se suele pensar. Un estudio realizado por las Universidades de Texas y Arizona entre 1998 y 2004, y publicado en 2007 por la revista Science se encargó de registrar, transcribir y contar el número de palabras pronunciadas por una muestra de 396 estudiantes, la mitad hombres y la mitad mujeres. El resultado: ellas decían diariamente una media de 16.215 palabras, y ellos, 15.669, aunque dependía por supuesto de los individuos, pues aquí sí hay diferencias abismales. Los supercharlatanes, fueran del sexo que fueran, rebasaban los 47.000 vocablos, mientras que los más taciturnos apenas llegaban a 500.

Por su parte, la psiquiatra Louann Brizendine sostiene en su libro El cerebro femenino que la mujer no sólo cuenta con mayor empatía e inteligencia emocional, sino que es superior al hombre en capacidad lingüística y de comunicación. Ellas utilizan, dice, un vocabulario más amplio -hasta tres veces más palabras- y hablan mejor y más deprisa.

Fuente:

Muy Interesante

26 de junio de 2018

Los hombres viven menos que las mujeres en todo el mundo y la ciencia lleva décadas buscando por qué

Las mujeres sufren más estrés, más depresión, más ansiedad. Además, son más proclives a enfermedades crónicas. En muchos países, ganan menos dinero que sus compañeros masculinos; en otros tantos, tienen (muchos) menos derechos civiles y políticos. Y, sin embargo, viven más.

Es así. Las mujeres viven más tiempo que los hombres en todos los países del mundo. En todos, sin excepción. Y, en muchos de ellos, la diferencia es de más de una década. Como decían Austad y Bartke en 2016, “no hay patrón más robusto en la biología humana”. La cuestión es que no sabemos por qué.

Veamos los factores biológicos y culturales de este fenómeno AQUÍ

18 de febrero de 2017

Cada vez hay más mujeres peruanas dedicadas a la ciencia y tecnología

El número de científicas e ingenieras aumentó en 50% en el último año, según el Concytec.

En el último año, el Perú incrementó en un 50% el número de mujeres profesionales dedicadas a las actividades de ciencia, tecnología e innovación, según datos del Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (Concytec).

Dicha plataforma muestra que en la actualidad, en nuestro país hay un total de 25,191 mujeres relacionadas al sector, más del doble que las 12,541 que había a inicios de 2016. El total de profesionales inscritos es de 71,946 a la fecha.

De cada 3.8 varones registrados en Directorio Nacional de Investigadores e Innovadores (DINA), hay una mujer dedicada a ingeniería y tecnología. Si bien el porcentaje de mujeres dedicadas a estas materias va en aumento, la brecha aún es alta.

Por otro lado, en el Registro de Investigadores en Ciencia y Tecnología del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación tecnológica (Regina), existen únicamente 400 investigadoras calificadas.

Según la información de DINA, la cifra de investigadoras con grado de Doctorado asciende a 2,208, mientras que la cantidad de hombres con este grado es de 5,059. En el caso de mujeres con grado de Magíster la cantidad se incrementa a 3,619. En tanto la cifra de varones alcanza los 7,221. 

Cabe precisar que la Asamblea General de las Naciones Unidas, de acuerdo a un estudio realizado en 14 países, precisa que la probabilidad de que las estudiantes mujeres terminen una licenciatura, una maestría y un doctorado en alguna materia relacionada con la ciencia es del 18%, 8% y 2% respectivamente, mientras que la probabilidad para los estudiantes masculinos es del 37%, 18% y 6%.
La presidente del Concytec, Gisella Orjeda, consideró que la participación de la mujer en la ciencia es fundamental porque le aportan una mirada diferente y necesaria para el desarrollo de la investigación. 

“Desde Concytec venimos promoviendo e impulsando decididamente la participación de la mujer en la ciencia, pero además, reconocemos sus grandes aportes, su trayectoria, y su dedicación”, señaló.

Fuente:

Gestión (Perú)

3 de julio de 2015

Maltrato a los hombres, ¿una realidad que se padece en silencio?

A propósito de este tuit que está sacando roncha a las feministas radicales:





En Europa Press encontré este tema sobre el maltrato que reciben los varones por parte de las mujeres, en el artículo se explica las rrazones por las cuales los hombre no denuncian el maltrato que reciben por parte de las féminas, podríamos citar: a) falta de apoyos jurídicos, b) falta de recursos para el hombre maltratado, c) problemas de credibilidad, d) miedo al ridículo, entre otros.

Les dejo el enlace:


Europa Press






12 de junio de 2013

¿Por qué las mujeres se acuerdan mejor de las caras?


El estudio sugiere que la memoria de las mujeres para reconocer las caras es "superior" a la de los hombres.

¿De qué me suena esa cara? Todos nos hemos despistado alguna vez y nos lo hemos preguntado.

Ahora, un estudio sugiere que a los hombres les pasa con más frecuencia que a las mujeres.
El motivo, según los investigadores, es que las mujeres invierten más tiempo estudiando las facciones de las personas con las que hablan.

"La manera en que dirigimos nuestra mirada por el rostro de una cara nueva afecta a nuestra capacidad para reconocer a ese individuo después", explica la investigadora Jennifer Heisz, de la universidad canadiense de McMaster, coautora del estudio junto a los académicos de psicología David Shore y Molly Pottruff.

"Tanto los hombres como las mujeres nos fijamos en los ojos, la nariz y la boca. La diferencia está en el número de veces que nos fijamos en cada uno de esos rasgos: dentro de un límite de tiempo concreto, de cinco segundos, las mujeres hicieron más movimientos con los ojos hacia la cara nueva que los hombres", le dijo Heisz a BBC Mundo.

Esa diferencia en el recorrido de la mirada generó después "una memoria superior" entre las mujeres, que quedó patente, según los investigadores, cuando los participantes del experimento volvieron a encontrarse con las caras.

"Nuestro descubrimiento aporta nuevos conocimientos sobre los mecanismos potenciales de la memoria episódica y sobre las diferencias entre los sexos", dijo Heisz.

La memoria episódica está relacionada con sucesos autobiográficos, que pueden ser evocados, y es distinta de otros tipos de memoria humana, como la semántica o la procedimental o empírica.

Lea el artículo completo en:

BBC Ciencia

3 de noviembre de 2012

Libro: "¿En qué piensan ellos?" (sexualidad masculina)

Un hombre besa a su pareja en la cama. | Nigel Riches
Un hombre besa a su pareja en la cama. | Nigel Riches
  • El autor del manual '¿En qué piensan los hombres?' habla sobre la sexualidad masculina
  • La falta de deseo sexual es un problema cada vez más frecuente en los hombres
  • Viene provocado, entre otras causas, por la monotonía y el miedo a fallar
"Necesitan liberarse de tópicos y tabúes, de no ver el sexo como una competición ni como un examen y, sobre todo, de saber decir no sin que ello conlleve ningún problema". Estas son las claves que da el psicólogo José Bustamante para que los hombres se quiten todos los miedos y tapujos que aún colean alrededor de su sexualidad. Porque, "al igual que las mujeres ya han tenido la suya, también los hombres necesitan tener su propia revolución sexual", asegura firmemente.

[foto de la noticia]

José Bustamante es psicólogo especialista en sexualidad y pareja, secretario general de la Asociación Española de Especialistas en Sexología y miembro permanente de la Academia Española de Sexología y Medicina Sexual. Con su libro, pretende llegar tanto a mujeres como a hombres y derribar mitos como: 'los hombres son simples' o 'piensan todo el rato en lo mimo'. Explicar cómo sienten, cómo actúan, qué les ronda por la cabeza y en definitiva contar en qué piensan los hombres.

Durante una conversación telefónica matiza algo muy importante y, a priori, sorprendente: "Ellos no siempre tienen ganas". Y es que la falta de deseo o apetito sexual en los hombres es un hecho cada vez más frecuente en las consultas de sexología. Además, esta cuestión ocupa el primer capítulo de su libro.

Hastío y miedos

Actualmente, explica el especialista, vienen muchos hombres a consulta con problemas que se suponía no eran tan típicos de ellos, como la falta de apetito sexual o la incapacidad para alcanzar orgasmos, cuando la anorgasmia es un problema que aún se relaciona con las mujeres.

Todo esto se debe, según este experto, a los cambios que ha experimentado la mujer en los últimos años, su llamada 'revolución sexual', como él lo califica. Muchos hombres "se sienten confusos", no saben qué rol les toca asumir ahora. Del mismo modo, afirma que muchos siguen siendo esclavos de ciertos estereotipos y complejos. "Afortunadamente, ahora también son ellas las que toman la iniciativa y el sexo se convierte en una cosa de dos, donde se corresponsabilizan (y se debe hacer) todos los problemas y dificultades que puedan surgir dentro de la pareja”.

Esta pérdida de apetito se define médicamente como deseo sexual hipoactivo y consiste en la "disminución o ausencia de fantasías que provoca malestar en el sujeto y/o la pareja".

La falta de deseo masculina, explica el autor del libro, se produce (causas físicas aparte) por problemas de monotonía y hastío sexual, miedo a fallar, sobre todo si ha habido un traspiés anterior, y muchas otras veces con problemas relacionados con la pareja. Por otro lado, continúa que, a veces, ellos dejan de desear como forma de respuesta a la actitud sumisa que están llevando en la relación, "es como una venganza inconsciente", define.

Pero la falta de apetito no sólo surge en personas con parejas, los solteros también pueden experimentan esta inapetencia sexual. En ellos, el caso más frecuente es ese miedo a fallar o no estar a la altura. Esto se debe, especialmente, a malas experiencias pasadas, a haberse sentido evaluado en alguna ocasión, o a pensar que "ella ha estado con muchos hombres y no podré estar a la altura de las circunstancias". Todo este cúmulo de situaciones hace que también ellos "eviten encuentros sexuales".

Aprender a decir no

En un hombre con pareja, la excusa más habitual que este suele poner cuando "no tiene ganas es el cansancio del trabajo". Frases como 'estoy agotado por el trabajo', 'tengo aún tareas pendientes que hacer...'. O también se pone la televisión como pretexto: 'Acuéstate tú que ya iré, voy a terminar de ver este programa o este partido'. Pero es difícil que el hombre diga explícitamente no. Y quizá, apunta el experto, "esto sea el mayor problema".

Por ello, insiste en que "el hombre debe permitirse decir no". Debe aprender a conocer su respuesta sexual, a no relacionar el deseo con la erección, porque "una cosa es deseo y otra muy distinta la excitación". Pero para solventar esta y otras dificultades que se pueden tener en un determinado momento lo mejor, tal como apuntaba anteriormente el autor de este libro, es corresponsabilizar el problema. Hacer el sexo y los problemas del mismo una cosa de dos. Además, recalca que, tanto hombres como mujeres, debemos interiorizar que el sexo no es ninguna competición ni ningún examen sino una forma total y absolutamente privilegiada de comunicarse. "Hay que volver a incorporar esa parte de emoción a todo acto sexual".

En definitiva, concluye, hay que "quitarse los tabús, conocerse a sí mismos y conquistar la posibilidad de que también ellos pueden fallar alguna vez".

Fuente:

El Mundo Salud

17 de septiembre de 2012

Los hombres ven distinto que las mujeres


Ojo

A la hora de distinguir tonalidades, si son demasiados parecidas, el ojo del hombre las verá como iguales.

Si usted llega a su casa recién salida de la peluquería, con un tono de pelirrojo que nunca antes se había atrevido a usar y su pareja la recibe con un: "¡Qué lindo te quedan esos pendientes nuevos!", en referencia a unos aretes diminutos que le regaló su prima y que sólo se los puso por no dejar, recapacite antes de mirarlo con odio y pegarle un par de gritos.

No se trata -en este caso al menos- de falta de interés, atención y mucho menos de cariño. 
 
Según un estudio llevado a cabo por investigadores en Estados Unidos, los ojos de los hombres son más sensibles a los pequeños detalles y a los objetos que se mueven a gran velocidad, mientras que las mujeres son mejores a la hora de distinguir colores.
Isaac Abramov, profesor de Psicología del Brooklyn College, realizó dos estudios en paralelo para determinar estas diferencias.

En uno de ellos, les presentó a los participantes una muestra de un color determinado y les pidió que lo describieran empleando una serie de términos específicos.

Así, Abramov y su equipo descubrieron que los hombres describían el color que tenían en frente en otros términos, en comparación con las mujeres.

"Ambos ven el azul como azul, pero qué porcentaje de rojo ven en el color difiere si el individuo es hombre o mujer", le dijo Abramov a BBC Mundo.

De ahí se explica por qué las mujeres son mejores cuando se trata de combinar colores o de buscar tonos similares entre sí.

Y aunque suene a broma, si lo que le hace falta en la casa son unos almohadones que hagan juego con el tapizado del sofá, una mujer tiene más posibilidades de llevar a cabo la tarea con éxito que un hombre.

Un punto en el horizonte

Aviones

Las mujeres detectan más tarde que los hombes cuando un avión ingresa a lo lejos en el horizonte.

El otro estudio se concentró en cómo cada género percibe los detalles y las imágenes cambiantes.

Los hombres detectan los detalles, por mínimos que sean con más facilidad.

"Por ejemplo, si un avión ingresa en nuestro campo visual, como un punto ínfimo en el horizonte, el hombre lo notará primero que la mujer", explica el investigador.

"O si una persona tiene tendencia a volverse miope con el tiempo, si es hombre, tardará más hasta que necesite usar lentes".

50 y 50

¿Por qué estas diferencias?

Las hipótesis son varias y todas son dan lugar a debate, dice Abramov.

"Una explicación posible es que en el cerebro se encuentran receptores de la hormona masculina, la testosterona. Y la mayor concentración de esta hormona está en la parte superior del cerebro -la corteza cerebral- que es la principal zona visual", señala.
"Si un avión ingresa en nuestro campo visual, como un punto ínfimo en el horizonte, el hombre lo notará primero que la mujer"
Israel Abramov, líder del equipo de investigadores

"¿Por qué esta región del cerebro es tan sensible a la testosterona, también es una cuestión de especulación", agrega.

Otra teoría está relacionada con la evolución. Los hombres, en su rol de cazadores, evolucionaron las facultades que les permiten divisar a la distancia una presa o un animal que representa una amenaza con mayor precisión, mientras que las mujeres perfeccionaron sus capacidades para mejorar su desempeño como recolectoras.

Abramov deja en claro que todas estas diferencias son leves y que afectan el aparato visual en su nivel más primario.

Sin embargo, al ser una diferencia biológica, no es posible entrenar al ojo para "mejorar" en lo que hace peor.

No obstante, esto no afecta la percepción -al menos en lo que se sabe hasta el momento- ya que ésta se nutre de muchos otros factores, como la educación, la memoria o el interés.

El científico resalta que una de las lecciones más importantes -en un sentido práctico- de su investigación, es "que cualquier estudio basado en la biología debe incluir entre sus sujetos a un número significativo de hombres y de mujeres, porque si no corres el riesgo de que tus resultados sean parciales en favor de un género o del otro".

Fuente:

BBC Ciencia 


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21 de agosto de 2012

Libro: "En el principio era el sexo"


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Hace unos 10.000 años, los seres humanos cometieron “el peor error de su historia“. Aunque el hito está en el origen de la civilización moderna, así es como describe el científico Jared Diamond el invento de la agricultura. A partir de aquel momento, apareció una casta dirigente para gestionar (apropiarse) los excedentes, crecieron las desigualdades, comenzó la superpoblación, el hambre se hizo endémica y se incrementaron las guerras por territorios para cultivar y pastorear. Aunque después se equilibraron los perjuicios, los restos de aquellos primeros humanos civilizados muestran que eran de menor estatura y más débiles que sus antepasados que vivían de los frutos y la caza que ofrecía la naturaleza. Y para colmo tenían una vida sexual mucho más monótona.

Esto se debe a que, según muchos investigadores, la aparición de la agricultura y la ganadería supuso también la aparición de la monogamia institucionalizada, un aspecto de nuestra cultura contra el que cargan Jack Ryan y Cacilda Jetha en su libro En el principio era el sexo (Paidós). Esta pareja de científicos afincados en Barcelona considera que determinados comportamientos sexuales y sociales que aparecieron a partir del Neolítico no representan la verdadera naturaleza humana. En su opinión, la perspectiva de la ciencia evolutiva más aceptada, esa que dice que somos violentos, machistas y monógamos, está profundamente errada y politizada. Según ellos, este punto de vista “oculta la verdad sobre la sexualidad humana tras una hoja de higo de anacrónica discreción victoriana presentada como ciencia”.

La monogamia puesta en duda




‘En el principio era el sexo. Los orígenes de la sexualidad moderna. Cómo nos emparejamos y por qué nos separamos’
Autores: Jack Ryan y Cacilda Jetha
Editorial Paidós. Transiciones
Precio: 28,90 euros versión en papel y 15,99 euros en formato electrónico

En su libro, tratan de desmontar la idea de que los hombres son la única parte de la humanidad interesada por el sexo y que las mujeres solo utilizan sus encantos de forma reticente, sin disfrute erótico y para conseguir seguridad y dinero. En este sentido los autores recuerdan cómo, durante muchos años, la excitación sexual femenina no satisfecha se consideró una enfermedad, la histeria. Cuentan que el tratamiento prescrito por los médicos de la época era la masturbación regular a dedos del galeno que cobraba por cada uno de los servicios. Según se relata en la obra, el negocio cambio de beneficiarios con la aparición del vibrador, uno de los primeros electrodomésticos que recibió autorización para su comercialización en EEUU y uno de los más vendidos.

Ryan y Jetha también tratan de buscar argumentos para su tesis en nuestros primos más cercanos y plantean que la sexualidad humana sea más similar a la de los promiscuos bonobos que a la de otros primates que se han utilizado como referencia para comprender desde la evolución nuestra manera de vivir el sexo. Según su hipótesis, las mujeres estarían preparadas para tener relaciones sexuales con varios hombres a la vez. 

Después, en el interior de su aparato reproductivo, se llevaría a cabo la selección del espermatozoide más adecuado para la fecundación. Esto explicaría, por ejemplo, porqué la eyaculación masculina es única y relativamente rápida y las mujeres están preparadas para sesiones de sexo más prolongadas y con varios orgasmos, o el motivo de los excitantes gritos femeninos, que cumplirían la función de atraer a nuevos candidatos a la paternidad.

En un viaje que también toca las diferencias respecto a lo que entienden por sexo apropiado distintos pueblos de la Tierra, Ryan y Jetha ofrecen multitud de ejemplos para sustentar su afirmación de que la visión dominante sobre la sexualidad es destructiva y mantiene un sentido falso de lo que significa ser humano, además de llenar de miseria la vida de aquellos que aceptan el mito de la monogamia, pero se ven superados por su incapacidad para cumplir las expectativas.

Independientemente de si tiene o no razón (algunos académicos han acusado a los autores de falta de rigor), el libro es una lectura entretenida y llena de datos curiosos que ayuda a repensar una parte de nuestras vidas demasiado importante como para basarla en prejuicios. En el principio era el sexo puede ser el detonante de muchos debates interesantes en las cálidas noches de verano.

Fuente:

15 de agosto de 2012

¿Los hombres prefieren el fútbol a las mujeres?

Nada de eso, según afirma haber demostrado un equipo de científicos de la Universidad de Bristol (Reino Unido). Trabajando con seguidores del equipo Newcastle United, expertos en Psicología Biológica comprobaron que los aficionados al fútbol se sentían más estresados si se rompía ante ellos una fotografía de sus compañeras sentimentales o esposas que si se hacía lo con retratos de los jugadores de su equipo.

Midiendo sus niveles de estrés han podido cuantificar que los hombres adoran cinco veces más a sus parejas que a sus equipos de fútbol, por muy forofos que sean del deporte rey, según los resultados de los que se hace eco el periódico The Daily Telegraph.

Fuente:

10 de noviembre de 2011

Las mujeres contaminan menos que los hombres

Un estudio sueco sostiene que los hábitos de unos y otros no son iguales.

Debemos afirmar algo que quizás no contente a la mitad de nuestros lectores (teniendo en cuenta que dispongamos de paridad en términos de sexo en la audiencia): los hombres, pero que es cierto. Así pues, ésta no es una afirmación feminista (o una posible versión femenina del machismo, la creencia de que la mujer es superior al hombre por motivos biológicos), sino algo que está avalado por un estudio. Al menos así lo indican los hábitos de ocio, consumo y alimentación de ambos sexos en diversos países europeos.

Las mujeres tienen hábitos más respetuosos con el planeta

El estudio en cuestión se publicó en Suecia y se realizó a partir de muestras de población de Alemania, Suecia, Grecia y Noruega. Lo más sorprendente de todo, es que a pesar de que los ciudadanos de cada uno de estos países poseen hábitos ciertamente diferentes los unos de los otros, los resultados eran muy similares entre países.

  • Hábitos alimentarios. Se considera que los hombres tienden a ingerir más carne y otros alimentos de carácter proteico. La industria cárnica se considerada como una de las industrias alimentarias que más gases de efecto invernadero emite, a la vez que es una de las que produce un mayor impacto en el territorio. Las mujeres, en cambio, consumen más fruta, verdura y cereales, productos procedentes de industrias alimentarias donde la incidencia sobre el ecosistema es menor. Finalmente, los hombres tienen tendencia a beber más bebidas procesadas.
  • Hábitos en el transporte. El uso del vehículo privado es mucho más frecuente en el sexo masculino. Las mujeres, en cambio, son más propensas a utilizar el transporte público y, a pesar de tener vehículo propio y/o trabajar fuera de casa, al cabo del año realizan menos kilómetros que los hombres. Además, las mujeres se inclinan por los vehículos más eficientes energéticamente y menos contaminantes.
  • Hábitos de ocio y consumo. Los hombres gastan de media más de un 70% en gastos vinculados a los transportes, el alcohol y el tabaco que las mujeres. Las personas de sexo femenino, en cambio, gastan mucha más energía en ropa, higiene, salud, hogar y comida, si bien son más los hombres que prefieren comer fuera.

Lejos de ser una batalla para ver cuál de los dos sexos deja una huella ecológica menor, el estudio es una buena manera de comprobar que las acciones cotidianas, por pequeñas que parezcan, dejan un impacto muy significativo en nuestro entorno. Así pues, a veces sólo hay que modificar un poco nuestros hábitos para mejorar lo que les rodea.

Tomado de:

Zona Catastrófica

16 de octubre de 2011

Adiós al cerebro femenino

Especial: Sexo y Sexualidad

Las teorías 'neurosexistas' tan de moda en los últimos años tienen poca base científica.

Las diferencias con los hombres pueden surgir de la educación y no tienen efectos comprobados.


Ni los hombres vienen de Marte ni las mujeres de Venus. Así de claro lo deja la neurocientífica británica Gina Rippon, dándole la vuelta al titular de un libro superventas que argumenta que hombres y mujeres tienen capacidades distintas porque sus cerebros son distintos. Rippon es una de los rebeldes del neurosexismo, investigadores que han dicho «basta ya» a los tópicos sexistas que se justifican sacando a colación las neurociencias. Ideas como separar a niños y niñas en la escuela «porque sus cerebros son distintos» o justificar que haya pocas ingenieras y matemáticas porque sus capacidades cognitivas son de otro tipo. Rippon explicó su opinión en el congreso de mujeres matemáticas europeas que se celebró la semana pasada en el Centre de Recerca Matemàtica, en el campus de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), en Bellaterra.

En un experimento del 2006 se planteó un test de matemáticas a dos grupos de escolares. Antes de la prueba, al primer grupo se le dijo que las mujeres solían hacerlo peor que los hombres, y al segundo lo contrario, lo que Rippon llama una «amenaza de estereotipo». Ello no solo afectó a los resultados -las chicas del primero lo hicieron peor que las del segundo-, sino que incluso las imágenes de escáner cerebral sacadas durante el test a algunas voluntarias revelaron distintos patrones de activación. «Imagina qué efectos puede tener en el largo plazo la exposición constante a mensajes como este», afirma Rippon, enseñando la foto de una camiseta rosa con la frase «Soy demasiado guapa para hacer matemáticas».

Estructuras diferentes

La explosión de las modernas técnicas para medir y visualizar el cerebro ha revelado que el masculino tiene algunas estructuras de magnitud distinta o conectadas de manera diferente respecto al femenino. Algunos científicos, divulgadores y políticos se han agarrado a estas diferencias para explicar como algo natural las desigualdades entre hombres y mujeres, y de ello ha surgido una exitosa literatura sobre el cerebro femenino, el sexo en el cerebro y otras fórmulas populares.

Sin embargo, argumenta Rippon, quizá son justamente esas desigualdades las que generan algunas de aquellas diferencias. «El cerebro es plástico: hay estudios con taxistas, malabaristas y jugadores de Tetris que demuestran que durante el aprendizaje de estas tareas el cerebro cambia de patrones de activación e incluso de estructura: por ejemplo, los taxistas desarrollaban un ligero crecimiento en una zona relacionada con la orientación», argumenta la científica.

«Las diferencias cognitivas entre hombres y mujeres son casi inexistentes. Son mucho más importantes las diferencias individuales», afirma Cornelia Fine, neurocientífica y autora de Cuestión de sexos (Roca Editorial), libro que en el 2010 plantó cara al neurosexismo. «Hoy en día, no hay ninguna diferencia sexual en el cerebro que se relacione claramente con la manera de pensar o de sentir», afirma la investigadora.

¿Por qué algunos científicos insisten en los tópicos neurosexistas? «Los investigadores tienen una enorme presión para publicar cuantos más artículos científicos puedan y es fácil publicar uno si se encuentra un indicio de diversidad por sexo», afirma Fine. Haciendo solo comparaciones por sexo, se pierden de vista otras clasificaciones, como la diferencia entre visualizadores y verbalizadores, apunta Rippon, u otras experiencias de género, según Fine.

«Es posible que exista un límite natural a la igualdad de género, pero actualmente no hay evidencia científica de ello», afirma Fine. «No quiero corrección política, sino corrección científica», concluye.

Fuente:Enlace

El Periódico

23 de mayo de 2011

Los teléfonos celulares afectan la fertilidad masculina


Los hombres que pasan mucho tiempo hablando por teléfonos móviles corren el riesgo de que baje la calidad de su semen y por lo tanto la posibilidad de engendrar, informa The Daily Mail.

A esta conclusión llegaron los científicos canadienses de la Universidad de Queen´s. Un grupo de investigadores descubrieron que las ondas electromagnéticas producidas por los celulares influyen de alguna manera en la producción de las hormonas masculinas. “Los hombres que hablan por móviles, tienen un nivel elevado de testosterona circulante, y al mismo tiempo un bajo nivel de la hormona luteinizante. Esta hormona tiene un papel importante en el proceso de la reproducción y se produce por la hipófisis”, explica Rany Shamoul, el jefe de la investigación.

De esta manera, las ondas electromagnéticas de los móviles producen un doble efecto en el nivel de las hormonas y en la fertilidad masculina: por un lado suben el nivel de testosterona producida en los testículos, pero por otro reducen el nivel de hormona luteinizante generada por la pituitaria, según opinan los científicos. Este tipo de efecto puede influir en la conversión de la testosterona del tipo básico en testosterona más activa, potente, que está asociada a la producción del semen y, por lo tanto, a la fertilidad.

Los científicos coinciden en que se necesitan nuevas investigaciones para descubrir los posibles efectos nocivos de las ondas producidas por celulares en la salud humana.

Tomado de:

Actualidad RT

4 de mayo de 2011

Científicos prueban con éxito anticonceptivo masculino que dura 10 años

Con una jeringa se inyecta un gel en el conducto que une el testículo con la uretra, el cual inutiliza los espermios que pasan a través de él.

Una inyección podría ser una nueva opción para aquellos hombres que no quieren tener más hijos y un segundo pinchazo podría devolverles la posibilidad de ser papás. Ese es el objetivo del ingeniero biomédico Sujoy Guha, quien trabaja en el desarrollo de un nuevo anticonceptivo masculino de largo plazo y que ha llamado inhibición reversible del esperma dirigido (Risug).

Mientras el procedimiento de la vasectomía se basa en el corte del conducto deferente, que transporta los espermatozoides desde los testículos hasta la uretra peneana, el Risug consiste en la aplicación de un gel sintético con carga eléctrica positiva al interior del conducto, el cual "desactiva los espermatozoides", según explicó Guha a La Tercera. Así, los espermatozoides son expulsados en la eyaculación, pero no tienen la capacidad de fecundar un óvulo.

El sistema anticonceptivo tiene una duración de 10 años y después o antes de eso puede ser revertido por el paciente. "Hasta ahora, hemos visto que el método dura hasta 10 años, pero puede durar más en sujetos que han recibido una dosis completa, como se ha probado en voluntarios que participaron en los primeros estudios clínicos en 1991", dijo Guha.

Aunque no existe claridad acerca de la acción que el gel ejerce sobre los espermatozoides, se cree que podría reducir el PH al interior del conducto, lo cual provocaría la muerte de los espermatozoides. Para hacer esto, el médico debe hacer un pequeño corte en el escroto, la piel que recubre el testículo, y extraer el conducto para aplicar la inyección. Luego, la estructura es reincorporada dentro del escroto y se aplica sutura en la piel. ¿Efectos secundarios? Aproximadamente, la mitad de los pacientes sufre un abultamiento del escroto tras la operación, lo cual puede durar entre dos y tres semanas, pero no produce fiebre u otros efectos.

Proceso reversivo

Para revertir la vasectomía es necesario realizar una nueva intervención, llamada vasovasostomía, en la cual se unen las dos secciones del conducto deferente que habían sido cortadas. Cristián Palma, urólogo-andrólogo del Hospital Clínico de la U. de Chile, dice que la tasa de éxito de esta microcirugía es alta y que sólo un 1,5% de los pacientes sufren dolores testiculares después de la intervención.

En el caso de un paciente que se sometió a un Risug y decide volver a ser padre, el médico debe abrir nuevamente el testículo y aplicar una segunda eyección con un solvente que diluye el gel y permite que los nuevos espermatozoides sean funcionales. Según Guha, la eficacia del procedimiento ha sido probada con éxito en animales y unos 200 humanos, razón por la cuál, actualmente, se encuentran realizando un gran estudio clínico en hombres cuyo objetivo es obtener la venia de la FDA. "Ninguna parte del tubo es cortada, por lo que la zona permanece intacta y los procesos internos de los órganos permanecen normales, y eso al parecer es una ventaja, ya que se mantiene la libido intacta", destaca Guha entre las ventajas de su procedimiento y agrega que evita la ocurrencia de presión extra en los testículos, ya que los espermatozoides que producen pueden salir de él.

Tanto para Palma como para Pablo Bernier, urólogo de la Clínica Alemana, el sistema Risug requiere aún de mayor evidencia científica para probar su efectividad.

Pese a esto, en su edición online, la revista Wired plantea que "si este estudio resulta, el Risug podría representar el mayor avance en control de la fertilidad masculina desde la invención del condón moderno".

La publicación destaca que en 2010, la fundación norteamericana Parsemus, dedicada a financiar soluciones médicas de bajo costo, compró los derechos internacionales de la tecnología Risug por US$ 100 mil, acuerdo que ha permitido inyectar nuevo financiamiento a una investigación que se extiende por 30 años.

Fuente:

La Tercera (Chile)

25 de abril de 2011

Competencia masculina y búsqueda de pareja

Las predilecciones del sexo que invierte –las mujeres- determinan en potencia la dirección en que evolucionan las especies. Porque la mujer es el árbitro supremo de cuándo se empareja, con qué frecuencia y con quién.

Sarah Blaffer Hrdy

El biólogo Ambrosio García Leal en su libro “La conjura de los machos: una visión evolucionista de la sexualidad humana“, retrata en este párrafo rebosante de épica el trágico destino de los elefantes marinos:

Un elefante marino posa desafiante para la foto

“Un ejemplo extremo de poliginia es el elefante marino. En la época del celo los machos dedican la mayor parte del tiempo a pelear, hasta el punto de que se olvidan de alimentarse. El acceso a las hembras está reservado a unos pocos elegidos, que deben hacer frente a continuos desafíos. Es frecuente que un macho acabe sucumbiendo al tremendo esfuerzo que exige el mantenimiento de su rango. El ansiado premio para los vencedores es la perpetuación de sus genes. Pero la varianza del éxito reproductivo es enorme. Se ha estimado que un escaso 4 por ciento de los machos engendra el 85 por ciento de las crías nacidas. Los machos no tienen opción de acceder a las hembras hasta los cinco o seis años de edad, y la mayoría no consigue copular ni una sola vez en su vida; sólo uno de cada 100 consigue superar los nueve años de edad (en comparación, las hembras comienzan a reproducirse a los tres o cuatro años y alcanzan fácilmente los 14 años de edad). Ahora bien, un macho dominante puede engendrar más de una cincuentena de hijos en una sola temporada (cinco veces más de los que concibe una hembra típica en toda su vida) y por ello está dispuesto a soportar el estrés, las heridas y el hambre con tal de conquistar una posición de privilegio, y hasta morir en el intento…”

Bien, elefantes marinos y humanos compartimos nuestro antepasado común más reciente hace unos 60 millones de años, quizá no tengan prácticamente nada que ver con nosotros… ¿o sí?

El traje es un signo de estatus, por eso gusta a las mujeres

Al fin y al cabo en toda especie en la que las hembras queden embarazadas, su descendencia será necesariamente limitada y no dependerá demasiado de la variedad o frecuencia de su actividad sexual. No ocurrirá así con los machos, cuya descendencia podría ser casi ilimitada… siempre que logren imponerse a sus rivales.

Si nos vamos a una rama mucho más próxima de nuestro árbol genealógico veremos colgando de ella a los chimpancés, y comprobaremos que efectivamente tienen un comportamiento muy similar. Una fuerte jerarquía establecida a partir de una continua rivalidad entre machos, en la que quienes están en lo alto disfrutan de frecuentes relaciones sexuales y los de la parte baja del escalafón se quedan mirando al cielo abstraídos, quizá fantaseando con atractivas chimpancés, maldiciendo su mala suerte o preguntándose que si el universo tiene un Creador entonces éste seguramente será peludo y le gustarán los plátanos.

¿Pero qué ocurre con los humanos?

Como decía aquí según varios psicólogos evolucionistas hasta en la tribu humana más simple la necesidad de cooperación es tan intensa y compleja que eso habría llevado a reducir la competencia sexual y habría favorecido la monogamia. Por otro, dado que el embarazo e infancia en nuestra especie es tan largo que la supervivencia de las crías en el pasado habría requerido la colaboración de la pareja masculina, favoreciendo la creación de vínculos afectivos de larga duración. Sin embargo… algo queda de ese comportamiento poligínico y de la rivalidad masculina en que inevitablemente desemboca.

La psicóloga Susan Pinker (hermana del gran Steven) ve una tendencia innata en los hombres hacia una mayor competitividad, tal como dice en esta interesantísima entrevista:

“Muchos más chicos que chicas usan la competición directa, la agresión y las tácticas físicas para conseguir lo que quieren, y claramente consideran que la competición es inherentemente divertida y satisfactoria. Por el contrario, muchas más chicas que chicos utilizan el diálogo por turnos para conseguir lo que quieren, y evitan noquear a sus oponentes en competiciones del tipo “el ganador se lo lleva todo”. Por ejemplo, en un estudio realizado con niños de cuatro años, los chicos compitieron 50 veces más frecuentemente que las chicas para conseguir ver unos dibujos animados. En un estudio sobre los hábitos de juego de niños de diez años, los chicos eligieron competir durante el 50% de su tiempo de juego. Por el contrario, las chicas sólo eligieron competir durante el 1% de su tiempo de juego.”

La importancia del estatus

Pero si hay alguien que ha estudiado las estrategias sexuales de hombres y mujeres, su comportamiento y sus deseos es David M. Buss, profesor de psicología en la Universidad de Texas y autor de un libro interesantísimo: “La evolución del deseo”. El afán masculino de competir existe en todos los ámbitos -desde los juegos de rol hasta la cantidad de cervezas que uno puede ingerir- y su finalidad (no siempre consciente) siempre la misma: adquirir un mayor estatus y con él un mayor aprecio de las mujeres, pues de acuerdo a cita de la primatóloga que abría este artículo son ellas las que finalmente ejercerán de árbitros.

La atracción del poder: parece que con las mujeres no funciona

¿Y por qué iban a mostrar las mujeres dicha preferencia? Lograr un mayor estatus, una posición más elevada dentro de la sociedad, trae consigo una mayor disponibilidad de recursos. Y cuanto mayores sean esos recursos y más disposición muestre el hombre a compartirlos con su chati (de ahí la importancia de hacer regalos), mayores posibilidades de supervivencia para la descendencia. Frente a esto se ha argüido que las mujeres habrían mostrado siempre un interés por los hombres de estatus porque emparejarse con ellos simplemente era la única vía de ascenso social dado el papel secundario al que siempre han estado relegadas. Buss replica que la preferencia por un estatus elevado en un pretendiente también se da entre las mujeres que ya están instaladas en una posición alta, y que en los hombres no hay un interés equivalente por las mujeres de estatus (entre las que la tasa de divorcio o soltería suele ser mayor, precisamente). Por tanto la posición social en la pareja masculina sería atractiva por sí misma y no sólo como un medio de servir a una ambición personal de ascenso.

Esto encaja con lo que le oí a una chica, peluquera en Carabanchel pero tan perspicaz como cualquier profesor universitario americano, hablando de algún piloto, futbolista o actor: “cuando se hacen famosos lo primero es dejar a la novia que tenían”. Es decir, cuando se adquiere un nuevo estatus, entonces se procede a buscar una pareja acorde a él, una con mejores signos de fertilidad, más joven y atractiva que la anterior. Eso en caso de que se opte por una pareja estable y no se viva plenamente un estado de poliginia con relaciones esporádicas, ese mundo de ensueño que los videoclips de raperos siempre muestran de forma tan hortera y explícita: muchas joyas, cochazos y pibitas semidesnudas alrededor del cantante.

Y es que ese afán de exhibir recursos encaja como un guante en la actual sociedad de consumo, porque la función primordial de los objetos caros no es dar mayor comodidad y placer a su usuario sino mostrar ante los demás su capacidad adquisitiva. Los objetos caros son buenos porque son caros, no son caros porque sean buenos.

No es sólo aquí, no es sólo ahora

Las medallas a exhibir nunca son demasiadas

En conclusión, sospecho, nunca llegará a haber equidad entre hombres y mujeres en los altos cargos de la política y la empresa, en la elite del arte o la ciencia. No por supuestos “techos de cristal” machistas que impiden ascender a las mujeres. Sencillamente ellas no tienen los mismos alicientes para destacar e imponerse sobre sus rivales. No se trata de una pulsión que responda a un contexto histórico y cultural determinado, sino que forma parte de la naturaleza humana por encima de épocas y lugares.

Un ejemplo bastante simpático de ello es el que cuenta el antropólogo A.R. Holmberg, acerca de un hombre de la tribu boliviana Sirionó (Que por cierto se llaman a si mismos Mbía, que significa “gente”, lo de considerar humanos únicamente a los del propio grupo no es sólo cosa de imperialistas europeos decimonónicos) que sufrió una pérdida de prestigio en el grupo porque no lograba obtener buena caza, lo cual llevó a que varias esposas lo abandonaran por mejores cazadores. Pero podemos seguir siendo amigos, imagino que le dirían. El caso es que este antropólogo, no sé si por solidaridad o a modo de experimento, comenzó a ayudarle en la caza, atribuyéndole a él las piezas obtenidas e iniciándole en los misterios del Hombre Blanco, es decir, enseñándole a disparar con escopeta. Tras ello, dicho indígena “gozaba de la máxima posición social, disfrutaba de varias compañeras sexuales nuevas e insultaba a los demás, en vez de que los demás le insultaran a él”. Qué bonita historia.

Fuente:

Ciencia para gente de letras

7 de abril de 2011

Cada vez las mujeres se parecen más a los hombres según científicos

Cada vez las mujeres se parecen más a los hombres según científicos

Cada vez las mujeres se parecen más a los hombres según científicos

Tomado de RIA Novosti

Un chiste que hombres y mujeres vienen de diferentes planetas ya no sirve porque las diferencias entre el fuerte y el bello sexo se nivelan paulatinamente, según científicos.

Los expertos estudiaron varias centenas de cráneos, los más antiguos de los cuales se remontan al siglo 16, y concluyeron que con el tiempo las facciones de las mujeres se hicieron más pronunciadas.

Esto no se debe a que las mujeres decidan imitar a los hombres sino a las particularidades de alimentación y situación ecológica actual.

“Hemos mostrado que las diferencias entre los sexos pueden cambiar transcurridos varios siglos. Por eso no se puede efectuar reconstrucción antropológica de los humanos del siglo 16 con el rasero del siglo 20”, dijo la autora del estudio, doctora Ann Ross de la Universidad estadounidense de Carolina del Norte.

Anteriormente los científicos desmintieron la teoría sobre supuestas diferencias en el pensamiento de hombres y mujeres.

Según la doctora Gina Rippon de la Universidad Aston de Birmingham, el intelecto femenino es absolutamente igual que el masculino, y otros puntos de vista al respecto son erróneos y obsoletos. Incluso acusó a algunos investigadores de promulgar los antiguos prejuicios.

“Los neurobiólogos estamos preocupados por la interpretación errónea de los resultados de estudios sobre vínculos entre la estructura cerebral y el comportamiento humano”, dijo al añadir que algunos especialistas pretenden promover los estereotipos anticuados para demostrar supuestas diferencias estructurales en la sustancia gris de hombres y mujeres que “expliquen” sus diferentes papeles y estatus social.

“Tales hipótesis carecen de sentido. Aunque haya diferencias entre hombres y mujeres, tienen mucho más en común”, recalcó Rippon.

Lea también:

3 de marzo de 2011

Pronostican más depresión masculina en el mundo occidental

Hombre deprimido

Los expertos asocian no poder asumir el papel de sostén de la familia con una mayor depresión en los hombres.

Psiquiatras advierten que el número de hombres con depresión podría aumentar en las próximas décadas debido a los cambios en la sociedad occidental.

Un artículo publicado en el British Journal of Psychiatry sugiere que las transformaciones económicas y sociales erosionan las fuentes tradicionales de la autoestima masculina.

Los autores sostienen que los hombres batallan de manera creciente para asumir lo que se describen como el abandono de los tradicionales roles masculinos y femeninos en la sociedad.

De acuerdo con la organización independiente británica Men's Health Forum, que monitorea temas de salud en los hombres, la identidad masculina ha sido vinculada en muchos casos con el empleo.

Las que proveen

Uno de los autores del artículo, el doctor Boadie Dunlop, de Escuela de la Medicina de la Universidad de Emory, en EE.UU., expresa: "Las mujeres tienen casi el doble de probabilidades que los hombres de desarrollar un trastorno depresivo durante el transcurso de su vida, pero creemos que esta diferencia puede cambiar en las próximas décadas".

El experto argumenta que los empleos tradicionales masculinos, como el trabajo fabril o el que requiere esfuerzo físico, se están perdiendo, ya sea a través de la introducción de nuevas tecnología o la mudanza fuera de occidente.

Además, el artículo indica que hoy las mujeres son más propensas a ir a la universidad que los hombres, por lo que aumentará el número de hogares en los que ellas serán la principal proveedora del sustento.

"No poder cumplir con el papel de sostén de la familia se asocia con una mayor depresión en los hombres y con conflicto marital", señala el artículo.

"Camino difícil"

El doctor Dunlop explica: "Los hombres occidentales se enfrentan a un difícil camino en el siglo XXI, especialmente aquellos con bajos niveles de educación".

Para Peter Baker, director ejecutivo del Men's Health Forum: "Esto confirma lo que ya sabemos sobre el desempleo y la repercusión mayor que este tiene en los hombres debido principalmente a que la identidad masculina está ligada al trabajo".

Según dice, "la socialización masculina está muy basada en la ocupación, por lo que perder un trabajo puede llevar al aislamiento y la depresión".

En opinión del doctor Cosmo Hallstrom, psiquiatra, si un hombre, por ejemplo, "ha pasado 20 años de su vida trabajando en el vertido de acero y la fábrica cierra no es tan simple buscar otro trabajo".

Menos ayuda

Hallstrom estima que "parece algo evidente que en una recesión el desempleo es negativo para la salud física y mental, y que algunas personas sufren de depresión".

Y "que la esposa vaya a trabajar puede hacer que el hombre se sienta como un parásito y se deprima. Pero ¿se trata en general de una problemática masculina? No lo sé".

Lo que parece cierto para Peter Baker es que los hombres tienden a buscar menos ayuda cuando tienen depresión, la cual los puede hacer "automedicarse en el bar" en vez de procurar atención profesional.

En sus palabras, "A medida que vemos más hombres afectados tenemos que pensar en la forma de apoyarlos y hacerlos que vuelvan a trabajar".

Fuente:

BBC Ciencia

6 de noviembre de 2010

Diferencias entre el cerebro del varón y de la mujer



Especial: Cerebro Humano

No puede decirse que uno sea mejor que el otro. Son, según la ciencia, simplemente distintos.



Cuando un hombre enfurece tiende a desahogarse físicamente: grita, golpea y manotea. Las mujeres, por el contrario, manifiestan su ira principalmente en forma vocal o con llanto.

Podría decirse, en últimas, que frente a los sentimientos ellos reaccionan en forma instrumental y ellas, de una manera simbólica.

Esto llevó a los científicos a preguntarse si esto tendría que ver con la cantidad de materia gris en el cerebro -que es más baja en los hombres- o con el hecho de que las mujeres tienen más conexiones entre sus dos hemisferios, lo que facilita su habilidad verbal.

Hoy la respuesta es sí. Si algo han ido concluyendo a través de sus investigaciones, es que las diferencias en el comportamiento son el reflejo de que, tanto estructural como funcionalmente, el cerebro masculino y el femenino son diferentes.

Prejuicio vs. experimentos

Los trabajos sobre el tema se han orientado, más bien, a dilucidar en dónde se afincan esas variaciones del comportamiento. Estas discusiones, valga decirlo, han sido permeadas por argumentos sexistas que han convertido al cerebro en su protagonista.

¿Quién no ha oído frases simplistas como "si el de ellas es más pequeño, seguramente son menos inteligentes" o "el de ellos es más grande, pero está subutilizado"? El asunto es, desde el punto de vista científico, apasionante, y desde el plano social, controversial.

Recientemente, Cordelia Fine, neurocientífica del University College de Londres, afirmó categóricamente en su libro Delirios de género, que los estudios según los cuales hay diferencias sustanciales entre el cerebro masculino y femenino son "profundamente erróneos y sensiblemente engañosos".

Sostiene que las mujeres no son peores para las matemáticas y que su preferencia por las muñecas no obedece a una diferencia cerebral sino a una expectativa social, impuesta por la cultura. Fine afirma, además, que es más fácil justificar de este modo algunas desigualdades sociales de género.

Investigaciones sobre género y cerebro citan el clásico experimento de Melissa Hines, de la Universidad de Cambridge, que en el 2002 puso a chimpancés pequeños de ambos sexos frente a juguetes con un marcado sesgo sexista: un camión, una pelota, una muñeca y una sartén. Y, ¡oh, sorpresa!, los de sexo masculino manifestaron una predilección significativa por el camión y la pelota, en contraste con las hembras, que prefirieron la muñeca y la sartén. Advirtiendo, eso sí, que si se los exponía a juguetes neutros, las predilecciones no eran notorias.

Buena parte de la evidencia disponible apunta, en general, a que sí hay diferencias entre ambos cerebros, tanto en la arquitectura como en la actividad. No obstante, también se aclara que es un error interpretarlas en términos de superioridad e inferioridad.

Jill M. Goldstein, investigador de la Escuela de Medicina de Harvard, afirma, por ejemplo, que la corteza prefrontal, tan importante en algunas funciones cognitivas, y la límbica, relacionada con las emociones, son más grandes en las mujeres. Por otro lado, la corteza parietal, vinculada con la percepción espacial, y la amígdala cerebral, necesaria en los procesos de información que despiertan emociones fuertes, es más desarrollada en ellos.

Sandra Witelson, de la Universidad de McMaster, concluyó, en contraste, que si bien el cerebro masculino es más grande, en las mujeres el lóbulo temporal -vital en los procesos de comprensión y del lenguaje- tiene más neuronas que en ellos. Lo mismo sucede con el lóbulo frontal (relacionado con el control de los impulsos), más desarrollado en ellas.

Ambos hallazgos, al parecer, se correlacionan con un aumento en la densidad de la corteza auditiva femenina, lo que explicaría por qué las mujeres tienen mejores resultados en las pruebas de fluidez verbal. Algunos estudios apuntan a que esto puede ser resultado del influjo de las hormonas sexuales sobre el cerebro fetal.

Los hombres, por otro lado, tienen más capacidad para recordar a partir de la acción de su hemisferio derecho, que se fija en las cosas gruesas y no en los detalles, como sucede con las mujeres.

No implican ventajas

El hecho de que sus hemisferios tengan menos interconexiones entre sí que los de las mujeres hace que su lenguaje no se mezcle con sus emociones, por esa razón, a ellos les resulta más difícil expresar lo que sienten. Lo contrario ocurre en ellas y quizá sea esta diferencia la que también explique su capacidad para hacer varias tareas intelectuales simultáneamente.

A la larga, los propios estudiosos del tema han acabado por aceptar que estas diferencias no suponen ventajas para unos y otras, sino que los hacen complementarios.

Si bien ellas tienen mayor capacidad para almacenar recuerdos y ellos están mejor dotados para tareas que impliquen calcular distancias y adecuar espacios, es entendible por qué ellos parqueen un carro con mayor facilidad, pero ellas sepan siempre dónde lo dejaron.

Por su cerebro, ellos...

- Tienen mejor razonamiento matemático y habilidad visoespacial, pero mayor limitación para expresar emociones.

- Aunque cuentan con habilidad semántica, su habilidad verbal es menor que el de ellas.

- Son más impulsivos y arriesgados, razón por la cual se dejan llevar por la ira y las palabrotas.

- Se desempeñan mejor en tareas motoras gruesas.

- Son más hábiles para ver las cosas en conjunto.

- Se fijan más en cómo funcionan las cosas.

- Buscan resolver problemas personales aplicando principios lógicos y sistémicos (como al seguir los pasos para reparar un carburador).

Por su cerebro, ellas...

- Son más pacientes.

- Tienen mayor habilidad con tareas motoras finas (manuales).

- Captan con más facilidad los detalles de las cosas y las situaciones.

- Se fijan más en las caras e identifican fácilmente emociones y pensamientos de otras personas.

- Controlan con mayor facilidad las reacciones emocionales.

- En la resolución de problemas, ellas involucran más sus emociones.

- Cuando son víctimas de lesiones cerebrales (por traumas, derrames o trombosis), recuperan más rápido la capacidad de habla.

- Hablan con animales y hasta con seres inanimados, como si fueran personas.

Carlos F. Fernández
Asesor médico de CEET

Conocer Ciencia: Ciencia sencilla, ciencia divertida, ciencia fascinante...

Tomado de:

El Tiempo

1 de septiembre de 2010

La ciencia ¿cosa de machos?

cientifica La ciencia es cosa de machos

Hagamos un pequeño experimento. Así, a bote pronto (¡hey, no se vale entrar a Wikipedia!) trata de pensar en el nombre de 10 científicas famosas. Seguramente te habrás acordado de Marie Curie y de... uhm, ¿alguien más? A los programadores debe sonarles el nombre de Ada Lovelace, pionera en el ámbito de la programación. Quizá otros hayan recordado fugazmente a esa científica que estudiaba los gorilas Dian Fossey o Jane Goodall que estudia a los chimpancés. A los de Humanidades (y a mí), posiblemente les haya saltado el nombre de Donna Haraway, autora del legendario Cyborg Manifesto. ¿Otra?

Vale, seguro en los comentarios aparecerá alguien que sí se supo el nombre de 10 científicas sin necesidad de entrar a la Wikipedia (¡y estoy confiando en que no hicieron trampa!). Vamos a elevar un poco el listón: ¿qué les parece si les pido el nombre otra diez, pero de su país de origen? De las mexicanas, sólo he podido recordar de forma inmediata a Julieta Fierro, investigadora en el área de la astronomía.

La práctica científica sigue siendo uno de los ámbitos con menos equidad de género. Aunque es innegable que los números han mejorado significativamente en los últimos años, en la opinión pública no podemos decir lo mismo. La construcción social del científico sigue siendo eminentemente masculina. ¿No me creen? Para muestra, un botón: una reciente encuesta entre la población de Inglaterra encontró que dos terceras partes de los entrevistados no pudieron siquiera recordar el nombre de una científica famosa. Así que no se sientan (tan) mal si fallaron el test al inicio de esta entrada.

Y la situación es más alarmante con las nuevas generaciones. La misma encuesta mostró que el 90% de los encuestados entre 18 y 24 años no pudieron nombrar ni una científica (¡y se supone que están en su etapa universitaria!). ¿Será que sólo no recordamos sus nombres? Tampoco es la razón. Por ejemplo, sólo un 18% de los encuestados fue capaz de asociar el nombre de Dorothy Hodgkin con la estructura de la insulina (y también descubrió la del colesterol, la vitamina B12 y la penicilina. Del mismo modo, sólo un 6% asoció a Jocelyn Bell Burnell con el descubrimiento de los púlsares.

La ciencia poco a poco comienza a emparejar sus números en oportunidades, plazas de investigación, logros y reconocimientos. Sin embargo, si de por sí la práctica científica no suele llamar la atención del público en general, cuando se trata de recordar a las mujeres que consagran su vida al avance del conocimiento, nos quedamos todavía en pañales. Qué lástima que, inconscientemente, para la opinión popular la ciencia aún sea cosa de machos.

Fuente:

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24 de julio de 2010

El uso de "laptops" sobre las piernas afecta la fertilidad masculina


Una investigación reveló que la radiación que emiten estas computadoras sería responsable de daños a los espermatozoides

Imagen

(Foto: Techdigest)

Córdoba (EFE). Científicos argentinos comprobaron que el uso de “laptops” sobre las piernas puede afectar la movilidad y la estructura de los espermatozoides, lo que podría disminuir la fertilidad masculina, informó la prensa de Córdoba (Argentina).

La investigación, dirigida por Conrado Avendaño, bioquímico especialista en andrología, es la primera en el mundo realizada sobre el tema. Será presentada en octubre próximo durante el Congreso de la Sociedad Americana de Medicina Reproductiva, que se realizará en Denver (EE.UU.)

El procedimiento

Para este estudio se evaluaron muestras de semen de donantes sanos y sin antecedentes de enfermedades recientes. Las muestras se dividieron en dos fracciones colocadas en habitaciones distintas a temperatura controlada.

Una de las muestras se incubó bajo una “laptop” conectada a Internet, para replicar la situación que se da cuando las personas colocan estos ordenadores sobre sus piernas.

“Luego de cuatro horas de incubación de los espermatozoides bajo dos condiciones diferentes comprobamos que, en el grupo de expuestos a la “laptop”, un gran porcentaje de espermatozoides resultó afectado”, reveló Avendaño al diario La Voz del Interior.

Espermatozoides sin movilidad

El trabajo demostró que, al ser expuestos a las radiaciones de la “laptop”, los espermatozoides no morían, pero sí perdían movilidad.

“Éste es un dato preocupante si se tiene en cuenta que los espermatozoides que se mueven progresivamente son los que finalmente podrán llegar hasta el óvulo y fertilizarlo, para luego formar un embrión”, subrayó César Sánchez, director del centro médico donde se realizó el experimento.

Afecta el ADN

Además, “en la fracción expuesta a las radiaciones había un aumento significativo de espermatozoides con ADN fragmentado (roto)”, añadió Avendaño.

Sánchez resaltó este dato, pues la medicina reproductiva ha comprobado que “una de las causas de alteraciones en la fertilización y en el desarrollo embrionario consiguiente es la rotura en las moléculas del ADN de los espermatozoides”.

Los expertos recomendaron a los hombres evitar usar las laptop sobre las piernas “sobre todo si están conectados con Wi-Fi”, aunque coincidieron en que se debe seguir investigando sobre el tema.

Fuente:

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